30/01/2018, 16:40
(Última modificación: 30/01/2018, 16:49 por Uzumaki Eri.)
Ambos parecían contentos por haber charlado sobre el festival, incluso Eri podía afirmar que realizar misiones con el Inuzuka no era algo malo, si no una oportunidad para conocerse mejor y poder crear mayores lazos que terminarían uniéndolos como grandes compañeros.
— Bueno, pues vamos a acabar la misión y ya hablamos del festival.
—Me parece bien.
Ambos se internaron en el gran mercado de Uzushiogakure, un lugar compuesto por varios puestos donde vendían variedad de alimentos, desde frutas y verduras hasta frutos secos, alimentos exóticos de otros países y diversos productos no comestibles como accesorios. La pelirroja buscó un lugar un poco apartado de las tiendas pero lo suficientemente cerca para que nadie pasase desapercibido, y lo encontró en un pequeño banco vacío entre dos casetas, donde dejó la caja llena de cebollas.
Mientras se colocaba la bufanda y arreglaba su bandana, Nabi preguntó qué hacer para llamar la atención de la gente, ella se encogió de hombros, la mejor idea siempre era la que todos pensaban, así que...
—¡Buenos días! —dio una palmada, acercándose al centro de la calle sin alejarse mucho del banco donde había dejado la caja —. ¡Todo el mundo ha comido fideos! ¿No es así? Es un plato muy, muy conocido en nuestra villa, ¡y por eso deberíamos conocer todos los restaurantes que los hacen! ¿Cómo, si no, vamos a encontrar el mejor plato de fideos de la villa? —la voz de Eri resonaba por el lugar, haciendo que varias mujeres mayores, un par de ancianos y varios niños se acercasen a escuchar a aquella muchacha, puede que porque estuviese chillando como si estuviese loca, o simplemente porque les gustaban los fideos, una de dos —. ¡Y no me digan que los suyos son los mejores! Porque, ¿saben qué diré? ¡Exacto! ¡Los míos lo son más! ¿Y por eso no vamos a dar una oportunidad a los restaurantes? ¿Qué son doscientos ryos por un pequeño plato?
Se llevó las manos a los labios y soltó aire caliente, para calentarlas. Sus mejillas estaban encendidas y sus labios húmedos por estar hablando todo el rato, movía las manos de un lado a otro para dramatizar su discurso y tan enfrascada estaba, que casi se había olvidado que Nabi estaba allí con ella.
Casi.
—Por eso, señoras y señores, Fideos Aikito hoy nos regala su producto estrella, ¡las cebollas! Ingrediente predilecto en la mayoría de sus platos, ¿quién no quiere una? Además, son gratis.
Guiñó un ojo nada más terminar aquello, llamando la atención de un par más de compradores.
—¡Y recordad, Fideos Aikito es como las cebollas, detrás de cada capa hay otra, y con aún más sabor!
Terminó, posando una de sus manos en el pecho mientras que con la otra señalaba la caja de cartón en el banco. ¿Habría dado sus frutos aquella pequeña actuación?
— Bueno, pues vamos a acabar la misión y ya hablamos del festival.
—Me parece bien.
Ambos se internaron en el gran mercado de Uzushiogakure, un lugar compuesto por varios puestos donde vendían variedad de alimentos, desde frutas y verduras hasta frutos secos, alimentos exóticos de otros países y diversos productos no comestibles como accesorios. La pelirroja buscó un lugar un poco apartado de las tiendas pero lo suficientemente cerca para que nadie pasase desapercibido, y lo encontró en un pequeño banco vacío entre dos casetas, donde dejó la caja llena de cebollas.
Mientras se colocaba la bufanda y arreglaba su bandana, Nabi preguntó qué hacer para llamar la atención de la gente, ella se encogió de hombros, la mejor idea siempre era la que todos pensaban, así que...
—¡Buenos días! —dio una palmada, acercándose al centro de la calle sin alejarse mucho del banco donde había dejado la caja —. ¡Todo el mundo ha comido fideos! ¿No es así? Es un plato muy, muy conocido en nuestra villa, ¡y por eso deberíamos conocer todos los restaurantes que los hacen! ¿Cómo, si no, vamos a encontrar el mejor plato de fideos de la villa? —la voz de Eri resonaba por el lugar, haciendo que varias mujeres mayores, un par de ancianos y varios niños se acercasen a escuchar a aquella muchacha, puede que porque estuviese chillando como si estuviese loca, o simplemente porque les gustaban los fideos, una de dos —. ¡Y no me digan que los suyos son los mejores! Porque, ¿saben qué diré? ¡Exacto! ¡Los míos lo son más! ¿Y por eso no vamos a dar una oportunidad a los restaurantes? ¿Qué son doscientos ryos por un pequeño plato?
Se llevó las manos a los labios y soltó aire caliente, para calentarlas. Sus mejillas estaban encendidas y sus labios húmedos por estar hablando todo el rato, movía las manos de un lado a otro para dramatizar su discurso y tan enfrascada estaba, que casi se había olvidado que Nabi estaba allí con ella.
Casi.
—Por eso, señoras y señores, Fideos Aikito hoy nos regala su producto estrella, ¡las cebollas! Ingrediente predilecto en la mayoría de sus platos, ¿quién no quiere una? Además, son gratis.
Guiñó un ojo nada más terminar aquello, llamando la atención de un par más de compradores.
—¡Y recordad, Fideos Aikito es como las cebollas, detrás de cada capa hay otra, y con aún más sabor!
Terminó, posando una de sus manos en el pecho mientras que con la otra señalaba la caja de cartón en el banco. ¿Habría dado sus frutos aquella pequeña actuación?