30/01/2018, 17:42
(Última modificación: 30/01/2018, 17:42 por Inuzuka Nabi.)
—Bueno, sí, me gusta, cuando no se te queda el sabor en la boca durante medio día...
Lo había dicho de broma, pero... A Eri le gustaban las cebollas... ¿Y ahora qué? Estaba claro que lo nuestro era imposible. Bueno, podríamos ser amigos, aunque ya me la imagino con su kimono precioso en el festival, un peinado de esos que se te caen los huevos al suelo y comiendo cebollas a mordiscos. Estaba roto por dentro.
—Igualmente, creo que me las quedaré yo y se las daré la próxima vez que le vea, quizás no esté en casa y estamos en medio de una misión, prefiero reportar que ya está hecha. Pasemos por mi casa a dejar la caja y luego vayamos a Aikito-san para decir que el trabajo está hecho.
— Vamos va.
Dejé que Eri guiase el camino, pensativo. La vida acababa de darme una hostia justo después de abrirme una puerta, no me había dado tiempo ni a hacerme ilusiones. Conforme pasan los años el tiempo entre puerta y hostia iba menguando, al final no iba a poder distinguir entre una puerta abierta y una hostia. O a lo mejor se invertían el orden, y empezaba primero la hostia y después la puerta.
Lo había dicho de broma, pero... A Eri le gustaban las cebollas... ¿Y ahora qué? Estaba claro que lo nuestro era imposible. Bueno, podríamos ser amigos, aunque ya me la imagino con su kimono precioso en el festival, un peinado de esos que se te caen los huevos al suelo y comiendo cebollas a mordiscos. Estaba roto por dentro.
—Igualmente, creo que me las quedaré yo y se las daré la próxima vez que le vea, quizás no esté en casa y estamos en medio de una misión, prefiero reportar que ya está hecha. Pasemos por mi casa a dejar la caja y luego vayamos a Aikito-san para decir que el trabajo está hecho.
— Vamos va.
Dejé que Eri guiase el camino, pensativo. La vida acababa de darme una hostia justo después de abrirme una puerta, no me había dado tiempo ni a hacerme ilusiones. Conforme pasan los años el tiempo entre puerta y hostia iba menguando, al final no iba a poder distinguir entre una puerta abierta y una hostia. O a lo mejor se invertían el orden, y empezaba primero la hostia y después la puerta.
—Nabi—