30/01/2018, 21:51
—En la nuca.
Contestó la kunoichi para luego poner una mano sobre el lugar herido. El médico no pudo evitar afilar un poco la mirada marcando un gesto un poco más serio de lo usual.
—No te preocupes, estoy bien, se me pasará en un rato y solo quedará un morado en el golpe.
Y fue cuando la muchacha extendió las manos hacía el frente, que el médico llevó una mano hasta la zona afectada, y desde esta resplandeció el mismo brillo verdoso que había ayudado a la ardilla momentos atrás.
—¿Tomaron a la ardilla, Shinobi-san?
—Tuvo tiempo de tomar cierta ventaja. No creo que hayan llegado a capturarla.
Contestaría mientras mantenía la técnica un momento más para luego finalizar el efecto y retirar su mano del espacio personal de la chica.
Se reincorporaría y dedicaría un par de segundos para ver en la dirección en la que se había marchado su clon, no tenía forma alguna de saber que había pasado con este. Al menos que el clon volviese por sus propios medios, la información recolectada se perdería como una carta que nunca hubiese sido enviada.
Y sería justo eso lo que habría pasado con el otro Mogura.
«Maldición.»
En medio de su espionaje, una kusarigama lo habría alcanzado causándole el daño suficiente para que no pudiese mantenerse en forma y explotase como si de un globo se tratase, liberando en el proceso un poco de veneno purpura, un veneno muy barato que no causaría el menor de los daños a tal distancia.
Contestó la kunoichi para luego poner una mano sobre el lugar herido. El médico no pudo evitar afilar un poco la mirada marcando un gesto un poco más serio de lo usual.
—No te preocupes, estoy bien, se me pasará en un rato y solo quedará un morado en el golpe.
Y fue cuando la muchacha extendió las manos hacía el frente, que el médico llevó una mano hasta la zona afectada, y desde esta resplandeció el mismo brillo verdoso que había ayudado a la ardilla momentos atrás.
—¿Tomaron a la ardilla, Shinobi-san?
—Tuvo tiempo de tomar cierta ventaja. No creo que hayan llegado a capturarla.
Contestaría mientras mantenía la técnica un momento más para luego finalizar el efecto y retirar su mano del espacio personal de la chica.
Se reincorporaría y dedicaría un par de segundos para ver en la dirección en la que se había marchado su clon, no tenía forma alguna de saber que había pasado con este. Al menos que el clon volviese por sus propios medios, la información recolectada se perdería como una carta que nunca hubiese sido enviada.
Y sería justo eso lo que habría pasado con el otro Mogura.
«Maldición.»
En medio de su espionaje, una kusarigama lo habría alcanzado causándole el daño suficiente para que no pudiese mantenerse en forma y explotase como si de un globo se tratase, liberando en el proceso un poco de veneno purpura, un veneno muy barato que no causaría el menor de los daños a tal distancia.
Hablo - Pienso