2/02/2018, 04:42
—¡Pero qué puto morro que tienes! —exclamó—. Traje lo justo. Y espero que también hayas traído aunque sea un poco, por que si no Hibagon no va a ser el único monstruo que se vea obligado a robar comida de Yukio.
Kaido rodó los ojos, inconforme, incapaz de negarse a colaborar. Tendría que soltar un par de monedas, al menos, o Daruu iba a irse a la quiebra si tenía él que costearse toda la comida de Hibagon.
Finalmente, divisaron desde las alturas a un par de rascacielos asomándose por sobre las nubes negras. El escualo no pudo evitar asomar el morro e intentar ver un poco más allá, pero le dio algo de vértigo. Luego, su compañero no pudo evitar puntualizar, de nuevo, las sensaciones que le causaba la Ciudad Fantasma. Una llena de mitos, historias y cientos de fábulas que tomaron forma a lo largo de los años y que al escualo no le pasaban desapercibidas.
Sabía lo que allí ocurrió, y por tanto, podía imaginarse un buen par de escenarios una vez descidieran descender hasta el corazón de aquel cementerio.
—A ver, no es que tenga de hobbie acampar todas las noches en una jodida Ciudad Fantasma en donde, de paso, murió tanta gente, eh, así que sí; me acojona un poco. Sólo un... poco.
Tragó saliva, y trató de armarse de valor.
Si se encontraba con algún alma en pena, la iba a cortar tanto con Nokomizuchi que no iba a quedar nada de ese maldito espectro.
—Lo que hago yo por ese maldito Yeti de los huevos. Vamos Daruu, bajemos de una vez antes de que me arrepienta.
Kaido rodó los ojos, inconforme, incapaz de negarse a colaborar. Tendría que soltar un par de monedas, al menos, o Daruu iba a irse a la quiebra si tenía él que costearse toda la comida de Hibagon.
Finalmente, divisaron desde las alturas a un par de rascacielos asomándose por sobre las nubes negras. El escualo no pudo evitar asomar el morro e intentar ver un poco más allá, pero le dio algo de vértigo. Luego, su compañero no pudo evitar puntualizar, de nuevo, las sensaciones que le causaba la Ciudad Fantasma. Una llena de mitos, historias y cientos de fábulas que tomaron forma a lo largo de los años y que al escualo no le pasaban desapercibidas.
Sabía lo que allí ocurrió, y por tanto, podía imaginarse un buen par de escenarios una vez descidieran descender hasta el corazón de aquel cementerio.
—A ver, no es que tenga de hobbie acampar todas las noches en una jodida Ciudad Fantasma en donde, de paso, murió tanta gente, eh, así que sí; me acojona un poco. Sólo un... poco.
Tragó saliva, y trató de armarse de valor.
Si se encontraba con algún alma en pena, la iba a cortar tanto con Nokomizuchi que no iba a quedar nada de ese maldito espectro.
—Lo que hago yo por ese maldito Yeti de los huevos. Vamos Daruu, bajemos de una vez antes de que me arrepienta.