3/02/2018, 19:07
¿Cuáles serían las motivaciones que llevarían a Manase Mogura a un lugar como el Dojo de Jade de Hisui-sensei? ¿Qué hacía que un shinobi médico de su calibre abandonase la eterna lluvia para realizar un entrenamiento con un maestro tan destacado en un lugar tan recóndito?
Nada más ni nada menos que la humilde petición de un conocido del lugar que frecuentaba para beber una exquisita copa de alcohol, un compañero de bebida. Ameno-san, como le solía llamar, no podía asistir en aquella ocasión al entrenamiento ya que una misión importante se le había presentado, y por eso necesitaba que alguien de confianza fuese en su nombre. Y ese alguien terminaría siendo el mejor médico de Amegakure.
Cargaba como siempre con su paraguas, para protegerse de los elementos, con su chaleco militar y su bandana, cuando fue necesario usó su sobretodo de cuero para abrigarse y cuando ya no lo precisó más, lo selló junto al resto de su equipaje dentro de un pergamino que cargaba dentro de un morral.
Durante el viaje tuvo oportunidad de reflexionar sobre lo que significaría aquel entrenamiento, tendría oportunidad de ver a gente de diferentes lugares de Oonindo coincidir en un mismo punto con la honesta intención de pulir sus habilidades. Sumado a eso, la curiosidad por saber quien era exactamente Hisui-sensei comenzaba a crecer a medida que se acercaba al lugar.
Llegando al final de su travesía, el muro de madera comenzaba a pintarse en el paisaje, el Dojo de Jade se mostraba frente a él. Sin intención alguna de perder tiempo, se aventuró dentro del predio con la intención de encontrar al hombre.
«Hisui-sensei.»
Pensó al ver al anciano fumando de su pipa en el camino, había más gente en el lugar y parecía que todos estaban llegando igual de tarde que él.
—Humildemente me disculpo por la demora, Hisui-sensei.
Exclamó para luego realizar una marcada y formal reverencia.
—Ameno Hidehisa lamenta no poder asistir, me ha pedido personalmente que me presente en su nombre.
Solo después de haber dicho aquello levantaría ligeramente la mirada para poder ver al maestro.
Nada más ni nada menos que la humilde petición de un conocido del lugar que frecuentaba para beber una exquisita copa de alcohol, un compañero de bebida. Ameno-san, como le solía llamar, no podía asistir en aquella ocasión al entrenamiento ya que una misión importante se le había presentado, y por eso necesitaba que alguien de confianza fuese en su nombre. Y ese alguien terminaría siendo el mejor médico de Amegakure.
Cargaba como siempre con su paraguas, para protegerse de los elementos, con su chaleco militar y su bandana, cuando fue necesario usó su sobretodo de cuero para abrigarse y cuando ya no lo precisó más, lo selló junto al resto de su equipaje dentro de un pergamino que cargaba dentro de un morral.
Durante el viaje tuvo oportunidad de reflexionar sobre lo que significaría aquel entrenamiento, tendría oportunidad de ver a gente de diferentes lugares de Oonindo coincidir en un mismo punto con la honesta intención de pulir sus habilidades. Sumado a eso, la curiosidad por saber quien era exactamente Hisui-sensei comenzaba a crecer a medida que se acercaba al lugar.
Llegando al final de su travesía, el muro de madera comenzaba a pintarse en el paisaje, el Dojo de Jade se mostraba frente a él. Sin intención alguna de perder tiempo, se aventuró dentro del predio con la intención de encontrar al hombre.
«Hisui-sensei.»
Pensó al ver al anciano fumando de su pipa en el camino, había más gente en el lugar y parecía que todos estaban llegando igual de tarde que él.
—Humildemente me disculpo por la demora, Hisui-sensei.
Exclamó para luego realizar una marcada y formal reverencia.
—Ameno Hidehisa lamenta no poder asistir, me ha pedido personalmente que me presente en su nombre.
Solo después de haber dicho aquello levantaría ligeramente la mirada para poder ver al maestro.
Hablo - Pienso