4/02/2018, 17:01
La Arashikage expresó que la kunoichi se había buscado aquello que le había sucedido. Pero de igual manera, tanto Mogura como Keisuke eran igual de responsables por lo que había ocurrido. El chuunin estaba más que de acuerdo con la parte de la responsabilidad que le había caído encima, él era el culpable de la muerte de Watasashi Aiko.
Se le asigno entonces una tarea, se le dio una orden. Volverse un líder del que tanto Keisuke como la propia mandamás de la aldea fuese capaz de sentir orgullo. Y además, si volvía a surgir un asunto como aquel, se haría cargo él mismo de tomar las medidas correspondientes.
El médico miró fijamente en la dirección en la que se encontraba su kage, prestando atención a cada palabra que esta decía.
Se giró entonces hacía ellos y con palabras precisas, que advertían a la dupla sobre causar más problemas al salir por el portal, procedió a despacharlos.
Inoue fue el primero en retirarse, sin decir nada más que un Entendido.
—Le estoy agradecido por las palabras de sabiduría que ha compartido con mi persona, Arashikage-sama. Con su permiso, me retiro.
Pronunció, acompañando sus palabras de una marcada y formal reverencia. Ni bien pudo dar un paso fuera del portal, llevaría una mano hasta su cabeza y repasaría su peinado dos o tres veces, no era necesario, pero sintió que lo necesitaba.
Dejaría atrás el despacho y se dirigiría al ascensor.
«¿Dónde fue Inoue Keisuke?»
Se preguntó mientras entraba en el cajón metálico.
«¿Habrá usado las escaleras? »
Si eso fuese así, probablemente durante el tiempo en que Mogura había formulado la pregunta en su cabeza el ascensor ya le habría sacado varios pisos de ventaja al shinobi de pelo rojo.
Algo curioso era que, a pesar de saber sobre la inmortalidad de Aiko, nunca la había visto morir de cerca. La kunoichi sería sellada y arrojada al fondo del lago, a menos que alguien hiciese una expedición hasta allá abajo la pelirroja no podría liberarse de su sello y, por tanto, no podría volver a la vida. Nadie volvería a ver a Watasashi Aiko por un tiempo.
«Los modales son importantes.»
Meditó mientras miraba los números del ascensor bajar a medida que pasaba por cada piso.
Momentos más tarde, el médico de Amegakure se encontraría caminando por las calles de la aldea bajo su paraguas nuevamente, llevando sus pasos en dirección a su hogar, quizás buscaría un poco de pastel de fresa.
Se le asigno entonces una tarea, se le dio una orden. Volverse un líder del que tanto Keisuke como la propia mandamás de la aldea fuese capaz de sentir orgullo. Y además, si volvía a surgir un asunto como aquel, se haría cargo él mismo de tomar las medidas correspondientes.
El médico miró fijamente en la dirección en la que se encontraba su kage, prestando atención a cada palabra que esta decía.
Se giró entonces hacía ellos y con palabras precisas, que advertían a la dupla sobre causar más problemas al salir por el portal, procedió a despacharlos.
Inoue fue el primero en retirarse, sin decir nada más que un Entendido.
—Le estoy agradecido por las palabras de sabiduría que ha compartido con mi persona, Arashikage-sama. Con su permiso, me retiro.
Pronunció, acompañando sus palabras de una marcada y formal reverencia. Ni bien pudo dar un paso fuera del portal, llevaría una mano hasta su cabeza y repasaría su peinado dos o tres veces, no era necesario, pero sintió que lo necesitaba.
Dejaría atrás el despacho y se dirigiría al ascensor.
«¿Dónde fue Inoue Keisuke?»
Se preguntó mientras entraba en el cajón metálico.
«¿Habrá usado las escaleras? »
Si eso fuese así, probablemente durante el tiempo en que Mogura había formulado la pregunta en su cabeza el ascensor ya le habría sacado varios pisos de ventaja al shinobi de pelo rojo.
Algo curioso era que, a pesar de saber sobre la inmortalidad de Aiko, nunca la había visto morir de cerca. La kunoichi sería sellada y arrojada al fondo del lago, a menos que alguien hiciese una expedición hasta allá abajo la pelirroja no podría liberarse de su sello y, por tanto, no podría volver a la vida. Nadie volvería a ver a Watasashi Aiko por un tiempo.
«Los modales son importantes.»
Meditó mientras miraba los números del ascensor bajar a medida que pasaba por cada piso.
Momentos más tarde, el médico de Amegakure se encontraría caminando por las calles de la aldea bajo su paraguas nuevamente, llevando sus pasos en dirección a su hogar, quizás buscaría un poco de pastel de fresa.
Hablo - Pienso