5/02/2018, 18:52
El anciano maestro observó a las figuras que, poco a poco, iban llegando a su Dojo por el sendero que recorría la costa. Esperaba a gente aquella mañana, sí, pero algunos de los que vinieron le causaron una leve sorpresa e interés.
Primero llegó un chuunin de Kusagakure con sus dos alumnos; Nara Raiden. El maestro Hisui ya le conocía; cuando el shinobi presentó a sus dos alumnos, el anciano les dedicó una leve pero cortés inclinación de cabeza.
—Senju Hisui, el placer es mío, jóvenes —replicó con una sonrisa afable para luego darle otra fumada a su pipa y expulsar una nubecilla de humo gris.
El siguiente en llegar fue un muchacho, también de la Hierba, que parecía tener la misma edad que los alumnos del chuunin Nara. Cortesmente esperó su turno para presentarse sin querer interrumpir a sus compañeros de Aldea, y el anciano maestro lo apreció. Con un gesto de su mano zurda le indicó que se acercase.
—Acércate, acércate muchacho. ¿Cómo es tu nombre?
Poco después, tres chicos más llegaron, los tres procedentes de la Aldea Oculta de la Lluvia. El primero era pelirrojo y le mostró al maestro un boleto que —efectivamente— le acreditaba como Inoue Keisuke y le permitía pasar unos días entrenando en el Dojo de Jade. El segundo pasó bajo el arco de madera y se acercó a donde estaban todos sin mediar palabra; el maestro lo encontró ligeramente descortés, pero a su edad había aprendido que los jóvenes no siempre le daban la importancia que merecían a los modales, de modo que lo dejó pasar.
El último fue quien más le sorprendió, pues no se trataba del ninja al que esperaba. Aseguró que venía en nombre de Ameno Hidehisa, pero tampoco se presentó. Algo más molesto, Hisui-sensei los miró a los tres y luego, sin sacarse la boquilla de la pipa de los labios, les preguntó con tono calmo.
—¿Y cómo se llaman ustedes, mozos?