8/02/2018, 11:16
Datsue le mandó callar, e inmediatamente le preguntó si tenía unas ganzúas.
—¿Pero qué díces, tío? —respondió— ¿Y dónde me las guardo, eh? ¿En el dobladillo de los calzones? —¿Cómo iba a tener unas ganzúas? Les habían despojado de todo lo que tenían, ¡de todo!
Afortunadamente, no les habían quitado los calzones, y Datsue encontró las ganzúas que se había guardado. La cerradura de la puerta de la cárcel no parecía cosa complicada, pero eso sí, la de las pulseras sería un hueso duro de roer.
—¿Pero qué díces, tío? —respondió— ¿Y dónde me las guardo, eh? ¿En el dobladillo de los calzones? —¿Cómo iba a tener unas ganzúas? Les habían despojado de todo lo que tenían, ¡de todo!
Afortunadamente, no les habían quitado los calzones, y Datsue encontró las ganzúas que se había guardado. La cerradura de la puerta de la cárcel no parecía cosa complicada, pero eso sí, la de las pulseras sería un hueso duro de roer.