9/02/2018, 02:12
—Datsue-kun, este es Uchiha Ralexion-san. Genin de Kusagakure no Sato. Ralexion-san, Uchiha Datsue, de Uzushiogakure no Sato.
Allí estaba Ralexion, plantado como una estatua, cruzado de brazos y con una sonrisa de oreja a oreja. Miraba fijamente a Datsue, sincronizando sus ojos con los ajenos. Esos orbes, a pesar de que no estaban mostrando su Sharingan en ese momento, ya transmitían algo que hacía desconfiar al kusajin. Un brillo astuto... incomprensiblemente peligroso. Mas tales aprensiones eran tan innecesarias como de mal gusto; eran aliados, al fin y al cabo, por no mencionar que Akame lo había puesto en un metafórico pedestal.
—¡Es un placer, me han hablado muy bien de ti! —afirmó, vivaz, a lo que le tendió la mano derecha para que el contrario se la estrechase— Estoy a tu disposición, Datsue-san.
El Uchiha vestía con su típica indumentaria de fatigas, simple y robusta, perfecta para combatir o simplemente capear las penas de la vida como shinobi. Su protector en la frente, el mono, los guantes, las sandalias, así como el portador de objetos en la retaguardia de su cintura, sobre el glúteo derecho. Su rostro se mostraba sano y sin ojeras, tan diferente como la noche y el día en comparación con el aspecto que había presenciado Akame en la taberna. Tras ese bajón había logrado reprimir a sus demonios interiores y renovar sus ánimos; la misión lo requería.
—Bien muchachos, según este mapa Rōkoku queda como a medio día de viaje al Sur de aquí —el genin le
echó un vistazo al mapa, a lo que asintió un par de veces—. Si salimos ya deberíamos llegar al atardecer, con suficiente margen para asentarnos antes de visitar a nuestro distinguido cliente.
—Entendido.
Cabe mencionar que no era la primera misión conjunta del rapaz, si no la segunda. Sin embargo y no obstante, Ralexion se sentía pletórico, todo gracias a la idea de trabajar con dos de su misma sangre. No podía esperar al momento en el que revelasen sus habilidades —en especial Datsue, ya que era consciente de las aptitudes de Akame— y absorber, como si fuese una esponja, las estrategias de aquellos más experimentados que él, para entonces procesarlas y finalmente añadirlas a su repertorio.
Así pues, Akame marcó el inicio de la marcha. Ralexion se ajustó los guantes con delicadeza, para entonces seguir al escuálido "capitán".
Allí estaba Ralexion, plantado como una estatua, cruzado de brazos y con una sonrisa de oreja a oreja. Miraba fijamente a Datsue, sincronizando sus ojos con los ajenos. Esos orbes, a pesar de que no estaban mostrando su Sharingan en ese momento, ya transmitían algo que hacía desconfiar al kusajin. Un brillo astuto... incomprensiblemente peligroso. Mas tales aprensiones eran tan innecesarias como de mal gusto; eran aliados, al fin y al cabo, por no mencionar que Akame lo había puesto en un metafórico pedestal.
—¡Es un placer, me han hablado muy bien de ti! —afirmó, vivaz, a lo que le tendió la mano derecha para que el contrario se la estrechase— Estoy a tu disposición, Datsue-san.
El Uchiha vestía con su típica indumentaria de fatigas, simple y robusta, perfecta para combatir o simplemente capear las penas de la vida como shinobi. Su protector en la frente, el mono, los guantes, las sandalias, así como el portador de objetos en la retaguardia de su cintura, sobre el glúteo derecho. Su rostro se mostraba sano y sin ojeras, tan diferente como la noche y el día en comparación con el aspecto que había presenciado Akame en la taberna. Tras ese bajón había logrado reprimir a sus demonios interiores y renovar sus ánimos; la misión lo requería.
—Bien muchachos, según este mapa Rōkoku queda como a medio día de viaje al Sur de aquí —el genin le
echó un vistazo al mapa, a lo que asintió un par de veces—. Si salimos ya deberíamos llegar al atardecer, con suficiente margen para asentarnos antes de visitar a nuestro distinguido cliente.
—Entendido.
Cabe mencionar que no era la primera misión conjunta del rapaz, si no la segunda. Sin embargo y no obstante, Ralexion se sentía pletórico, todo gracias a la idea de trabajar con dos de su misma sangre. No podía esperar al momento en el que revelasen sus habilidades —en especial Datsue, ya que era consciente de las aptitudes de Akame— y absorber, como si fuese una esponja, las estrategias de aquellos más experimentados que él, para entonces procesarlas y finalmente añadirlas a su repertorio.
Así pues, Akame marcó el inicio de la marcha. Ralexion se ajustó los guantes con delicadeza, para entonces seguir al escuálido "capitán".