11/02/2018, 23:29
Pasado el susto inicial, que había hecho que a Datsue se le cayeran las ganzúas al suelo, el muchacho se agachó para recogerlas y rápidamente se dirigió hacia la celda del preso recién descubierto, tras atosigarle a preguntas.
—¡Pero cabrón, sácame de aquí primero! ¡Pregunta después! —gritó Daruu entre susurros.
—Aaah, no son ninjas, no... Son marineros que contraté, culpa mía por confiar tanto en unos ribereños del norte. No son de fiar, te digo —dijo el capitán. Era un hombre muy alto, sin parche pero con, en efecto, una pata de palo. Llevaba un traje rojo muy florido con bordes dorados, unos pantalones marrones y una camiseta blanca. Y un sombrero de corsario con pluma en el que había enganchado una placa de shinobi de Kusagakure... cercenada de parte a parte, especialidad de la casa de los exiliados—. ¡Debí haberlo supuesto! Yo sólo quería ir a abordar otros barcos de mercancías, acumular un par de tesoros más... Ya sabes. Pero encontraron mi mapa del tesoro, y decidieron que valía mucho más que yo. Y ahora estoy aquí, encerrado. Resulta que los jutsu no te sirven de nada con una resaca de dos pares de cojones encima, ¡quién lo iba a decir!
—¡Sácame yaaaaaa!
—¡Pero cabrón, sácame de aquí primero! ¡Pregunta después! —gritó Daruu entre susurros.
—Aaah, no son ninjas, no... Son marineros que contraté, culpa mía por confiar tanto en unos ribereños del norte. No son de fiar, te digo —dijo el capitán. Era un hombre muy alto, sin parche pero con, en efecto, una pata de palo. Llevaba un traje rojo muy florido con bordes dorados, unos pantalones marrones y una camiseta blanca. Y un sombrero de corsario con pluma en el que había enganchado una placa de shinobi de Kusagakure... cercenada de parte a parte, especialidad de la casa de los exiliados—. ¡Debí haberlo supuesto! Yo sólo quería ir a abordar otros barcos de mercancías, acumular un par de tesoros más... Ya sabes. Pero encontraron mi mapa del tesoro, y decidieron que valía mucho más que yo. Y ahora estoy aquí, encerrado. Resulta que los jutsu no te sirven de nada con una resaca de dos pares de cojones encima, ¡quién lo iba a decir!
—¡Sácame yaaaaaa!