13/02/2018, 23:42
(Última modificación: 13/02/2018, 23:51 por Uchiha Datsue.)
Furioso, enrabietado, indignado. Todo aquello se le notaba al joven de la cicatriz en el ojo, con simplemente mirarle a la cara, o a su expresión corporal. Y, sin embargo, apretaba los dientes y callaba. Callaba ante el puño en alto de Kaido, que amenazaba con caer en picado contra su cara como un mazo lo haría contra el yunque.
Se oyó la puerta de la cocina abrirse.
—¿Qué ocurre aquí? —Era Jitsuna. Con ojos severos, pasó la mirada del joven a Kaido.
—Ah, ¡la competencia! —exclamó Kano, haciendo acto de aparición—. ¡Eso es lo que busco en los míos! ¡Así me gusta! —alzó el puño y lo sacudió tres veces—. ¡Bam, bam, bam!
Jitsuna desvió la mirada hacia su marido y suspiró. Luego, pasó lo que todo el mundo, a aquellas alturas, creía que iba a pasar. Lo que ya estaba decidido de antemano. Lo que el joven con cicatriz había augurado: Kaido fue el elegido. Todos y cada uno de los presentes desviaron la mirada hacia el amejin. Algunos con rencor. Otros con odio. Unos pocos, con simple envidia.
Pero entonces llegó la sorpresa. El giro que nadie preveía.
—Y Kila, nos alegra anunciar que no te vamos a coger como camarera provisional, sino como fija. Nos has encantado a los dos. Enhorabuena.
Kila soltó un chillido de pura emoción, mientras daba saltitos en el sitio sin poder contenerse. Shenfu Kano rio, y sacudió el puño en el aire tres veces.
—¡Bam, bam, bam!
—¡Bam, bam, bam! —exclamó Kila, imitándole, mientras reía de pura felicidad.
Pero no había victoria sin derrota. Ganadores sin vencidos. Gloria sin fracaso. La cara opuesta de la moneda, la representaban el resto de aspirantes, quienes fueron saliendo del barco hundidos y cabizbajos. Todos salvo el chico de la cicatriz, que lanzó una mirada de odio profundo a Kaido antes de irse.
—Bien, mañana por la mañana empezamos. Hay que estar aquí a las seis de la madrugada, para tenerlo todo en orden. Van a ser dos días muy intensos —les advirtió a cada uno—. Si queréis, para ahorraros el viaje, podéis dormir aquí. Tenemos varios camarotes libres.
—Por mí genial —confesó Kila, quien todavía tenía una sonrisa imborrable dibujada en su rostro.
Se oyó la puerta de la cocina abrirse.
—¿Qué ocurre aquí? —Era Jitsuna. Con ojos severos, pasó la mirada del joven a Kaido.
—Ah, ¡la competencia! —exclamó Kano, haciendo acto de aparición—. ¡Eso es lo que busco en los míos! ¡Así me gusta! —alzó el puño y lo sacudió tres veces—. ¡Bam, bam, bam!
Jitsuna desvió la mirada hacia su marido y suspiró. Luego, pasó lo que todo el mundo, a aquellas alturas, creía que iba a pasar. Lo que ya estaba decidido de antemano. Lo que el joven con cicatriz había augurado: Kaido fue el elegido. Todos y cada uno de los presentes desviaron la mirada hacia el amejin. Algunos con rencor. Otros con odio. Unos pocos, con simple envidia.
Pero entonces llegó la sorpresa. El giro que nadie preveía.
—Y Kila, nos alegra anunciar que no te vamos a coger como camarera provisional, sino como fija. Nos has encantado a los dos. Enhorabuena.
Kila soltó un chillido de pura emoción, mientras daba saltitos en el sitio sin poder contenerse. Shenfu Kano rio, y sacudió el puño en el aire tres veces.
—¡Bam, bam, bam!
—¡Bam, bam, bam! —exclamó Kila, imitándole, mientras reía de pura felicidad.
Pero no había victoria sin derrota. Ganadores sin vencidos. Gloria sin fracaso. La cara opuesta de la moneda, la representaban el resto de aspirantes, quienes fueron saliendo del barco hundidos y cabizbajos. Todos salvo el chico de la cicatriz, que lanzó una mirada de odio profundo a Kaido antes de irse.
—Bien, mañana por la mañana empezamos. Hay que estar aquí a las seis de la madrugada, para tenerlo todo en orden. Van a ser dos días muy intensos —les advirtió a cada uno—. Si queréis, para ahorraros el viaje, podéis dormir aquí. Tenemos varios camarotes libres.
—Por mí genial —confesó Kila, quien todavía tenía una sonrisa imborrable dibujada en su rostro.