15/02/2018, 21:14
Con la realidad golpeándole de frente, Yota volvió hasta sus aposentos. Una habitación similar a la del doctor Hibana, pero mucho más ordenada, aunque ligeramente más pequeña. Sin embargo, contaba con una cama digna de un rey en la que él y su araña podrían descansar si ningún tipo de inconveniente.
Conciliar el sueño no resultó ser un problema.
A la mañana siguiente, a esos de las ocho; la puerta de Yota sonó. Toc, toc, toc.
Si tenía que preparar algo, repasar de nuevo en sus pertenencias, o incluso meditar acerca de qué más información necesitaba saber de Hibana, aquel era el momento. Pues el meteorólogo aguardaba pacientemente fuera, dispuesto a empezar finalmente con la travesía intelectual que tan bien había planeado.
Conciliar el sueño no resultó ser un problema.
A la mañana siguiente, a esos de las ocho; la puerta de Yota sonó. Toc, toc, toc.
Si tenía que preparar algo, repasar de nuevo en sus pertenencias, o incluso meditar acerca de qué más información necesitaba saber de Hibana, aquel era el momento. Pues el meteorólogo aguardaba pacientemente fuera, dispuesto a empezar finalmente con la travesía intelectual que tan bien había planeado.