21/02/2018, 11:05
Sintió el débil murmullo de la voz de Kaido por encima del grito de la tormenta de hielo y nieve. Siguiendo la voz y lo que le parecía que era un borrón azul en mitad del manto blanco de nieve, Daruu se movió, lenta y pesadamente, buscándolo. Cuando lo encontró, le saludó con un pequeño golpecillo en el hombro.
—No sabía que los peces también sabían nadar en la nieve —dijo—. Mierda, tío, acabo de oír la voz de Ayame diciendo "la nieve es agua, y yo soy el agua". Lo repite todo el rato. Me tiene frito.
—¿¡Y ahora?; hacia dónde queda Yukio?!
—Pues espérate que me localice, porque la cabeza me da todavía vueltas y no sé en qué dirección estábamos volando antes de caer. —Pero eso no sería un problema para alguien como él. Activó su Byakugan, y no tardó en localizar las casitas de piedra de Yukio. Señaló en esa dirección—. ¡Por ahí! ¡Vamos!
Y los dos echaron a caminar en mitad de la tormenta.
—No sabía que los peces también sabían nadar en la nieve —dijo—. Mierda, tío, acabo de oír la voz de Ayame diciendo "la nieve es agua, y yo soy el agua". Lo repite todo el rato. Me tiene frito.
—¿¡Y ahora?; hacia dónde queda Yukio?!
—Pues espérate que me localice, porque la cabeza me da todavía vueltas y no sé en qué dirección estábamos volando antes de caer. —Pero eso no sería un problema para alguien como él. Activó su Byakugan, y no tardó en localizar las casitas de piedra de Yukio. Señaló en esa dirección—. ¡Por ahí! ¡Vamos!
Y los dos echaron a caminar en mitad de la tormenta.