25/02/2018, 17:49
La niebla comenzó a cubrirnos, era tan densa que mi vista empezaba a nublarse y me era un tanto difícil ver a mis compañeros. —Tratemos de mantenernos juntos.— Emití en vista de que al avanzar todo se dificultaba cada vez más. —¿Están todos bien?— Pregunté con duda, quería escuchar las voces de todos.
—¡Por allí! — Gritó Sarutobi, pude verle señalar un lugar, pero no estaba del todo seguro que era, podía ver algo pero no sabía sí realmente estaba ahí. No obstante, tomamos rumbo a dónde él decía, después de todo no habría porque desconfiar.
—¿A dónde vamos?— Cuestioné a pesar de que ya iba caminando en esa dirección, quería saber el porqué.
—Eres buena en esto, Sepayauitl — Halagó el moreno a la nativa al ver su destreza entre la nieve.
—Normal, ser naturaleza de hogar. Pueblo, cubierto por nieve, ocultar a malos ojos.
Repentinamente el chillido por parte de la princesa nos alarmó a todos, fue entonces cuando el anciano tomó las riendas del asunto y nos dirigió a un callejón, todo con señas y en absoluto silencio, la asistente abrió una puerta y entonces nos refugiamos en el interior de aquella estructura.
Mi corazón latía rápido, todo estaba oscuro y lo único que podía escucharse era mi respiración, quizá la de los demás, aún no estaba seguro de lo que estaba pasando, pero todo se aclaró cuando escuché el sonido de las pisadas, múltiples pisadas, era un ejercito de cadáveres vivientes que venía siguiendonos los pasos.
No dije nada, me quedé en silencio, no sabía sí se habían marchado o estaban esperándonos afuera...
—¡Por allí! — Gritó Sarutobi, pude verle señalar un lugar, pero no estaba del todo seguro que era, podía ver algo pero no sabía sí realmente estaba ahí. No obstante, tomamos rumbo a dónde él decía, después de todo no habría porque desconfiar.
—¿A dónde vamos?— Cuestioné a pesar de que ya iba caminando en esa dirección, quería saber el porqué.
—Eres buena en esto, Sepayauitl — Halagó el moreno a la nativa al ver su destreza entre la nieve.
—Normal, ser naturaleza de hogar. Pueblo, cubierto por nieve, ocultar a malos ojos.
Repentinamente el chillido por parte de la princesa nos alarmó a todos, fue entonces cuando el anciano tomó las riendas del asunto y nos dirigió a un callejón, todo con señas y en absoluto silencio, la asistente abrió una puerta y entonces nos refugiamos en el interior de aquella estructura.
Mi corazón latía rápido, todo estaba oscuro y lo único que podía escucharse era mi respiración, quizá la de los demás, aún no estaba seguro de lo que estaba pasando, pero todo se aclaró cuando escuché el sonido de las pisadas, múltiples pisadas, era un ejercito de cadáveres vivientes que venía siguiendonos los pasos.
No dije nada, me quedé en silencio, no sabía sí se habían marchado o estaban esperándonos afuera...