28/02/2018, 03:27
Ver los ojos de su Hermano anegados en lágrimas le dejó, quizá por primera vez en su vida, mudo. Sin habla. Había visto llorar a hombres y mujeres curtidos en mil batallas. A ninjas que habían visto y sufrido de todo. A jóvenes duros y orgullosos que se creían más fuertes que el mundo, y que, cuando descubrían que no lo eran, se derrumbaban. Pero nunca había visto llorar a Uchiha Akame.
Nunca.
No supo por qué, pero se descubrió pensando que hasta hasta entonces lo había tenido idealizado. Quizá incluso mitificado, como el niño pequeño al padre que cree inmortal. Como el recién graduado Gennin al Sensei que cree invencible. Datsue, al igual que ellos, siempre había creído que Akame estaba hecho de otra pasta. Que, sencillamente, la muralla que había fortificado alrededor de su corazón era demasiado gruesa y dura como para que ningún ejército pudiese asaltarla. Ni siquiera él, experto en lanzar saetas directas a donde más dolían, había logrado más que sacarle de quicio en una ocasión por el tema del Corazón Uzureño y el difunto Haskoz.
Y ahora, allí estaba, llorando de forma desconsolada. Era una situación tan chocante para él que no sabía qué hacer. Pensó en abrazarle, y levantó una mano para hacerlo, pero entonces Akame volvió a hablar y el momento pasó:
—He leído sobre... Una cosa. Una cuarta fase del Sharingan.
Datsue, que se había levantado cuando Akame lo había hecho, frunció el ceño. No pocas habían sido las veces que había bromeado sobre que tenía cuatro —o incluso más— aspas con algún ninja poco conocedor de su clan. Pero Akame se lo decía en serio. Muy en serio.
—Te refieres a… ¿una cuarta aspa?
Nunca.
No supo por qué, pero se descubrió pensando que hasta hasta entonces lo había tenido idealizado. Quizá incluso mitificado, como el niño pequeño al padre que cree inmortal. Como el recién graduado Gennin al Sensei que cree invencible. Datsue, al igual que ellos, siempre había creído que Akame estaba hecho de otra pasta. Que, sencillamente, la muralla que había fortificado alrededor de su corazón era demasiado gruesa y dura como para que ningún ejército pudiese asaltarla. Ni siquiera él, experto en lanzar saetas directas a donde más dolían, había logrado más que sacarle de quicio en una ocasión por el tema del Corazón Uzureño y el difunto Haskoz.
Y ahora, allí estaba, llorando de forma desconsolada. Era una situación tan chocante para él que no sabía qué hacer. Pensó en abrazarle, y levantó una mano para hacerlo, pero entonces Akame volvió a hablar y el momento pasó:
—He leído sobre... Una cosa. Una cuarta fase del Sharingan.
Datsue, que se había levantado cuando Akame lo había hecho, frunció el ceño. No pocas habían sido las veces que había bromeado sobre que tenía cuatro —o incluso más— aspas con algún ninja poco conocedor de su clan. Pero Akame se lo decía en serio. Muy en serio.
—Te refieres a… ¿una cuarta aspa?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado