1/03/2018, 14:51
Akame se tomó el silencio de su compadre como un asentimiento mudo, y una débil sonrisa teñida de inestabilidad se dibujó en su rostro. Pese a que él siempre se había jactado de ser un shinobi extremadamente frío y calculador, las circunstancias le estaban superando últimamente. Ya ni siquiera eran las pesadillas del Ichibi, o la agitada situación de la Villa que poco a poco volvía a su cauce; no. Era una vorágine de todo eso que azotaba su cabeza y amenazaba con arrebatarle la cordura que le quedase.
Sin embargo, la misma mueca que había aparecido se borró de su rostro cuando Datsue formuló la intrigante e incómoda pregunta que él mismo se había estado haciendo tiempo ha. ¿Cómo podían tomar aquel poder que era suyo por derecho? Según lo que Akame había leído, buceando en los escritos más importantes que había podido hojear, el asunto no estaba del todo claro. En algunos se decía que el propio ojo despertaba su verdadera naturaleza tras un suceso realmente traumático; se databan, sobre todo, muertes trágicas de parientes cercanos y seres queridos. Otros, por contra, argumentaban que esto no era necesariamente condición sine qua non, sino que también el Mangekyō podía ser encontrado al llegar a un estado de meditación y felicidad plena e intensa.
Por su parte, el propio Akame no tenía idea alguna de a qué versión dar más credibilidad. Aunque claro, ¿qué más doloroso había que perder a su amada? Y, acaso, ¿eso le había otorgado el Mangekyō Sharingan? No.
—No... No lo sé —respondió finalmente, con visible decepción—. No parece que haya un consenso claro sobre cómo se accede a esta forma final del Sharingan... —resopló, pero luego volvió a sonreír y sus ojos recuperaron la luz de la esperanza—. Sin embargo, estoy seguro de que Raito-sensei sabrá algo. Él es un Uchiha muy habilidoso y experimentado, no creo que no haya oído hablar siquiera de este poder.
»¿Lo entiendes, Datsue-kun? Necesitamos que nos lo cuente. Lo necesitamos.
Sin embargo, la misma mueca que había aparecido se borró de su rostro cuando Datsue formuló la intrigante e incómoda pregunta que él mismo se había estado haciendo tiempo ha. ¿Cómo podían tomar aquel poder que era suyo por derecho? Según lo que Akame había leído, buceando en los escritos más importantes que había podido hojear, el asunto no estaba del todo claro. En algunos se decía que el propio ojo despertaba su verdadera naturaleza tras un suceso realmente traumático; se databan, sobre todo, muertes trágicas de parientes cercanos y seres queridos. Otros, por contra, argumentaban que esto no era necesariamente condición sine qua non, sino que también el Mangekyō podía ser encontrado al llegar a un estado de meditación y felicidad plena e intensa.
Por su parte, el propio Akame no tenía idea alguna de a qué versión dar más credibilidad. Aunque claro, ¿qué más doloroso había que perder a su amada? Y, acaso, ¿eso le había otorgado el Mangekyō Sharingan? No.
—No... No lo sé —respondió finalmente, con visible decepción—. No parece que haya un consenso claro sobre cómo se accede a esta forma final del Sharingan... —resopló, pero luego volvió a sonreír y sus ojos recuperaron la luz de la esperanza—. Sin embargo, estoy seguro de que Raito-sensei sabrá algo. Él es un Uchiha muy habilidoso y experimentado, no creo que no haya oído hablar siquiera de este poder.
»¿Lo entiendes, Datsue-kun? Necesitamos que nos lo cuente. Lo necesitamos.