2/03/2018, 02:14
Para Kaido, el desayuno transcurriría con suma tranquilidad, muy a pesar de todo lo que pudo percatarse en el entre tanto. Actitudes esquivas, unos ignorándose a los otros, respuestas vagas y reticencia entre los miembros de una familia que ahora se antojaba disfuncional. Por lo general, aquello habría sido sumamente divertido para Kaido, pero aquello no hacía más que embarrarle sus asuntos con un poco más de mierda. Cabían tantas posibilidades ahora que incluso dudaba del mismísimo Kano, y de la veracidad de todo aquel drama. Para su pesar, no tenía de otra que ir sopesando sobre la marcha.
Y hablando de marchas, vaya que tuvo que mover los pies en cuanto la clientela comenzó a ingresar al restaurante Baratie. Igual el desayuno pareció ser un paraíso respecto a la faena que le cayó a él y a Kila en cuanto llegó la hora del almuerzo. Pero por sobre todo a él, cuya asignación a las mesas de la cubierta le obligaba a subir y bajar las escaleras tantas veces que sintió en algún momento que las batatas le iban a explotar.
Mientras llevaba un par de pedidos, e iba de vuelta a la cocina para darle más coacción al plato de un hijo de puta que bien que le había pedido su corte a término 3/4, comprobó que Kano finalmente se había dignado a hacer acto de presencia. Y le llamó, como a hurtadillas, a lo que Kaido no tuvo más remedio que acercarse mientras luchaba contra viento y marea para no perder el ritmo de sus mesas.
¡Pst! sí, Kano, dime. ¿Todo bien?
Y hablando de marchas, vaya que tuvo que mover los pies en cuanto la clientela comenzó a ingresar al restaurante Baratie. Igual el desayuno pareció ser un paraíso respecto a la faena que le cayó a él y a Kila en cuanto llegó la hora del almuerzo. Pero por sobre todo a él, cuya asignación a las mesas de la cubierta le obligaba a subir y bajar las escaleras tantas veces que sintió en algún momento que las batatas le iban a explotar.
Mientras llevaba un par de pedidos, e iba de vuelta a la cocina para darle más coacción al plato de un hijo de puta que bien que le había pedido su corte a término 3/4, comprobó que Kano finalmente se había dignado a hacer acto de presencia. Y le llamó, como a hurtadillas, a lo que Kaido no tuvo más remedio que acercarse mientras luchaba contra viento y marea para no perder el ritmo de sus mesas.
¡Pst! sí, Kano, dime. ¿Todo bien?