2/03/2018, 11:18
—Sería prudente mantener una reserva entre estos arboles, en caso de que haya más bandidos de los que esperamos.
Ella asintió, y de pronto el desconocido comenzó a hacer... ¿Qué hacía? ¿Pompas? No, era... ¿Humanos? ¿Se clonaba así? Qué cosa más rara... La kunoichi frunció el ceño, claramente incapaz de entender cómo alguien podía clonarse a sí mismo así, pero de todas maneras, cuatro eran mejor que dos, o...
La joven hizo una secuencia de sellos y rápidamente creó un clon idéntico a ella, que se quedó mirándola con gesto serio. Ella sonrió y le tendió tanto la bomba de humo como el Gas Lacrimógeno que el shinobi de la Lluvia le había dado.
—Ya sabes lo que tienes que hacer —alegó, y su clon se marchó rápidamente —. Más nos vale estar preparados... —murmuró, adoptando una pose defensiva.
Un sonoro sonido se escuchó dentro de la cueva, y una nube de humo se podía divisar a lo lejos. El clon acababa de explotar, y junto a él la bomba de humo y el Gas Lacrimógeno. ¡Perfecto! Solo faltaba...
—¡Malditos, cof, cof, ninjas! —se escuchó maldecir, y Eri, rápidamente, tomó una piedra y la lanzó hacia su contrincante, hizo el sello del carnero y rápidamente intercambió su cuerpo con el de la piedra, atizándole una patada de lado al bandido que había reconocido por la voz.
El segundo no hizo de esperar, sin embargo justo después de que saliese, de sobre los árboles de arriba de Mogura salió la figura de lo alto de los árboles con su Kusarigama. Estaba totalmente cubierto por telas oscuras, menos sus ojos, de un color atigrado.
—¿Tenemos visita? Se debe llamar a la puerta antes de entrar, ¿es que no os enseñan modales en vuestras villas?
Ella asintió, y de pronto el desconocido comenzó a hacer... ¿Qué hacía? ¿Pompas? No, era... ¿Humanos? ¿Se clonaba así? Qué cosa más rara... La kunoichi frunció el ceño, claramente incapaz de entender cómo alguien podía clonarse a sí mismo así, pero de todas maneras, cuatro eran mejor que dos, o...
La joven hizo una secuencia de sellos y rápidamente creó un clon idéntico a ella, que se quedó mirándola con gesto serio. Ella sonrió y le tendió tanto la bomba de humo como el Gas Lacrimógeno que el shinobi de la Lluvia le había dado.
—Ya sabes lo que tienes que hacer —alegó, y su clon se marchó rápidamente —. Más nos vale estar preparados... —murmuró, adoptando una pose defensiva.
Un sonoro sonido se escuchó dentro de la cueva, y una nube de humo se podía divisar a lo lejos. El clon acababa de explotar, y junto a él la bomba de humo y el Gas Lacrimógeno. ¡Perfecto! Solo faltaba...
—¡Malditos, cof, cof, ninjas! —se escuchó maldecir, y Eri, rápidamente, tomó una piedra y la lanzó hacia su contrincante, hizo el sello del carnero y rápidamente intercambió su cuerpo con el de la piedra, atizándole una patada de lado al bandido que había reconocido por la voz.
El segundo no hizo de esperar, sin embargo justo después de que saliese, de sobre los árboles de arriba de Mogura salió la figura de lo alto de los árboles con su Kusarigama. Estaba totalmente cubierto por telas oscuras, menos sus ojos, de un color atigrado.
—¿Tenemos visita? Se debe llamar a la puerta antes de entrar, ¿es que no os enseñan modales en vuestras villas?