7/03/2018, 00:29
—Ostras, perdón…pensé que era un loro. Nunca antes había visto a un cuervo, aunque tampoco había visto a un loro... ya me extrañaba que no tuviese colores llamativos como dicen en los libros.
Me lleve la palma de la mano a la frente con un sonoro golpe. Si había alguien capaz de elegir las peores palabras para comunicarse con Kiara, ese era el tipo que se había puesto frente a nosotros para gritar que éramos piratas. Había que tener valor para decirle a Kiara que era como un loro. Valor, locura o mucha estupidez. Y más después de la bronca que le había echado por confundirnos con piratas.
—¡Que descaro! Confundirme a mí, las más bella entre todos los cuervos, con un loro ¿No te da vergüenza? ¿Quién necesita colores llamativos cuando se tienen estas hermosas plumas negras?
Por supuesto, siempre el mismo cuento. Era obvio que no iba a callarse y si la gente ya nos estaba mirando raro, ahora ya… Si tenía alguna esperanza de poder visitar el castillo del señor feudal, seguro que se acababa de ir al garete. Pronto la ciudad estaría llena con carteles con un dibujo de mi cara, un cuervo y el mensaje: “Cuidado con el tipo raro y su pájaro parlanchín”
—Perdón por la confusión, señorita Kiara
No Estaba seguro del todo de si aquello, acompañado por una reverencia del joven, iba a ser suficiente para calmar a Kiara. Siempre tenía la opción de mandarla a casa, aunque tan lejos de la mía me sentía más a gusto acompañado por alguno de mis hermanos córvidos. No quería tener que llegar a aquella situación, pero la verdad es que Kiara no nos estaba dejando en muy buen lugar. Lo que no quita que el joven desconocido tuviera gran parte de la culpa.
—¿que sea menos impulsivo? ¿y eso me lo dices tu? ¿en serio?
El joven se puso a hablar con su silencioso gemelo, que había estado allí observando la escena sin decir ni una sola palabra. El cuándo y el cómo se había comunicado con su hermano era un misterio que despertó mi curiosidad científica. Sin embargo, lo más importante, es que tenía toda la razón.
—Por supuesto que tienes que ser menos impulsivo —Pensé. Pero lo hice en voz alta.
Me lleve la palma de la mano a la frente con un sonoro golpe. Si había alguien capaz de elegir las peores palabras para comunicarse con Kiara, ese era el tipo que se había puesto frente a nosotros para gritar que éramos piratas. Había que tener valor para decirle a Kiara que era como un loro. Valor, locura o mucha estupidez. Y más después de la bronca que le había echado por confundirnos con piratas.
—¡Que descaro! Confundirme a mí, las más bella entre todos los cuervos, con un loro ¿No te da vergüenza? ¿Quién necesita colores llamativos cuando se tienen estas hermosas plumas negras?
Por supuesto, siempre el mismo cuento. Era obvio que no iba a callarse y si la gente ya nos estaba mirando raro, ahora ya… Si tenía alguna esperanza de poder visitar el castillo del señor feudal, seguro que se acababa de ir al garete. Pronto la ciudad estaría llena con carteles con un dibujo de mi cara, un cuervo y el mensaje: “Cuidado con el tipo raro y su pájaro parlanchín”
—Perdón por la confusión, señorita Kiara
No Estaba seguro del todo de si aquello, acompañado por una reverencia del joven, iba a ser suficiente para calmar a Kiara. Siempre tenía la opción de mandarla a casa, aunque tan lejos de la mía me sentía más a gusto acompañado por alguno de mis hermanos córvidos. No quería tener que llegar a aquella situación, pero la verdad es que Kiara no nos estaba dejando en muy buen lugar. Lo que no quita que el joven desconocido tuviera gran parte de la culpa.
—¿que sea menos impulsivo? ¿y eso me lo dices tu? ¿en serio?
El joven se puso a hablar con su silencioso gemelo, que había estado allí observando la escena sin decir ni una sola palabra. El cuándo y el cómo se había comunicado con su hermano era un misterio que despertó mi curiosidad científica. Sin embargo, lo más importante, es que tenía toda la razón.
—Por supuesto que tienes que ser menos impulsivo —Pensé. Pero lo hice en voz alta.