12/03/2018, 11:51
Daruu entendió que no había pretendido ofender, sino que se trataba de una broma —mal hecha— sobre la procedencia familiar de ambos ninjas, pero admitió la rectificación de Kaido porque en verdad a veces era cargante tener atrás a alguien mordiéndote el culo continuamente. Y aquél escualo tenía dientes de sierra.
—¿Tshu chreeesh q... que alguien de aquí podría decirnos algo? quizás han oído acerca de, ya tu sabes quién —le preguntó Kaido, a mitad de devorar su pizza.
Daruu asintió y suspiró.
—Seguramente sí. La verdad, estaba intentando dejarlo pasar hasta mañana. Estoy reventado. Pero supongo que lo mejor será preguntar ahora, ¿no? —dijo, comenzando a levantar la mano para llamar al joven que les había atendido—. ¡Disculpe!
El chico se acercó enseguida. Parecía nervioso.
—¿Hayh algúhn prohblemah?
—No, no. Simplemente quería preguntarte una cosa. Mira... Venimos de Amegakure y escuchamos el rumor de que un monstruo baja todas las semanas a robar comida a la ciudad. ¿Es cierto o es un cuento de brujas que se ha inventado algún gracioso? —preguntó, falseando una risa.
—Ohhhh, nohh nohh. Es ciertoh. Peroh noh se si ez un monshtruoh o alguienh dihfrazadoh. Mañanah hay unah reuniónh de gobernanteh en el ayuntamientoh, ze suponeh que vanh a discutirh el temah y desidir algoh.
—Oh, vaya. Bueno, pues a ver si se arregla el asunto. Qué preocupante.
—Síh, síh. Todoh loh Tsuchiyōbih por la noshe asaltan todoh Yukioh. Ya vahn doh meseh asín. A veh si hacen algo anteh de este Tsuchi, que ehtamoh ya a Mizuyobi. Buenoh, si me disculpanh...
—Claroh claroh, veh tranquiloh.
El camarero se alejó. Daruu sacudió la cabeza.
—Joder, qué cansancio escucharle, y casi se me pega su forma de hablar.
—¿Tshu chreeesh q... que alguien de aquí podría decirnos algo? quizás han oído acerca de, ya tu sabes quién —le preguntó Kaido, a mitad de devorar su pizza.
Daruu asintió y suspiró.
—Seguramente sí. La verdad, estaba intentando dejarlo pasar hasta mañana. Estoy reventado. Pero supongo que lo mejor será preguntar ahora, ¿no? —dijo, comenzando a levantar la mano para llamar al joven que les había atendido—. ¡Disculpe!
El chico se acercó enseguida. Parecía nervioso.
—¿Hayh algúhn prohblemah?
—No, no. Simplemente quería preguntarte una cosa. Mira... Venimos de Amegakure y escuchamos el rumor de que un monstruo baja todas las semanas a robar comida a la ciudad. ¿Es cierto o es un cuento de brujas que se ha inventado algún gracioso? —preguntó, falseando una risa.
—Ohhhh, nohh nohh. Es ciertoh. Peroh noh se si ez un monshtruoh o alguienh dihfrazadoh. Mañanah hay unah reuniónh de gobernanteh en el ayuntamientoh, ze suponeh que vanh a discutirh el temah y desidir algoh.
—Oh, vaya. Bueno, pues a ver si se arregla el asunto. Qué preocupante.
—Síh, síh. Todoh loh Tsuchiyōbih por la noshe asaltan todoh Yukioh. Ya vahn doh meseh asín. A veh si hacen algo anteh de este Tsuchi, que ehtamoh ya a Mizuyobi. Buenoh, si me disculpanh...
—Claroh claroh, veh tranquiloh.
El camarero se alejó. Daruu sacudió la cabeza.
—Joder, qué cansancio escucharle, y casi se me pega su forma de hablar.