15/03/2018, 17:28
—Sí, verás, ella tiene problemas gordos de memoria… —explicó Datsue, y Ayame ladeó ligeramente la cabeza—. Si le pasa algo en concreto, ella… pierde la memoria del último año, aproximadamente. Temo que es lo que le haya pasado.
—¿Algo en concreto...? —se preguntó en voz alta, casi un murmullo lanzado al viento.
Aquello sonaba a algún tipo de condición especial que fuera más allá de una enfermedad que le provocara pérdidas periódicas de memoria, o un simple golpe en la cabeza. Además estaba el hecho de que perdía los recuerdos de un periodo de tiempo muy concreto, aproximadamente un año. ¿Pero qué podía ser? ¿Tendría que ver con su supuesta inmortalidad? No tenía otro factor con el que relacionarlo, y después de enterarse del espectáculo que había formado en el torneo, masacrándose a sí misma de aquella forma tan brutal, para luego salir completamente ilesa y regresar a Amegakure...
—No, no traté de mandarle ningún mensaje —añadió el chico, rascándose la nuca—. Creo que los carteros me mandarían a la mierda si les digo que el destino de mi carta es Amegakure. —bromeó, y Ayame soltó una risilla al darse cuenta de que tenía razón—. Pues si pudieses hablar con ella… Ver si está bien y con los recuerdos intactos… Me harías un gran favor —Carraspeó, y Ayame fue capaz de discernir una profunda mueca de incomodidad en su gesto—. Si… quieres… te… puedo… pagar —terminó mascullando.
—¿Pagarme? ¡Pero qué dices! Sólo te estoy haciendo un favor —soltó, con una pequeña carcajada—. No me cuesta nada, así que, la próxima vez que la vea, intentaré hablar con ella y recordarle que tiene un esposo en Uzushiogakure que la está esperando —bromeó, sacándole la lengua.
Se reincorporó y se acercó con pasos saltarines al borde de la plaza, protegido por una valla de madera para evitar caídas desafortunadas. Si antes le había parecido que estaban a mucha altura, ahora la sensación de vértigo era mucho peor. No quería ni imaginar qué pasaría si caía por accidente por ahí así que apoyó la cadera en la valla, y se volvió de nuevo hacia el Uchiha.
—Por cierto, fue una lástima que te marcharas del concurso de música. Yo creo que deberías haber ganado, me gustó mucho tu actuación. ¿Te surgió algo para irte así?
—¿Algo en concreto...? —se preguntó en voz alta, casi un murmullo lanzado al viento.
Aquello sonaba a algún tipo de condición especial que fuera más allá de una enfermedad que le provocara pérdidas periódicas de memoria, o un simple golpe en la cabeza. Además estaba el hecho de que perdía los recuerdos de un periodo de tiempo muy concreto, aproximadamente un año. ¿Pero qué podía ser? ¿Tendría que ver con su supuesta inmortalidad? No tenía otro factor con el que relacionarlo, y después de enterarse del espectáculo que había formado en el torneo, masacrándose a sí misma de aquella forma tan brutal, para luego salir completamente ilesa y regresar a Amegakure...
—No, no traté de mandarle ningún mensaje —añadió el chico, rascándose la nuca—. Creo que los carteros me mandarían a la mierda si les digo que el destino de mi carta es Amegakure. —bromeó, y Ayame soltó una risilla al darse cuenta de que tenía razón—. Pues si pudieses hablar con ella… Ver si está bien y con los recuerdos intactos… Me harías un gran favor —Carraspeó, y Ayame fue capaz de discernir una profunda mueca de incomodidad en su gesto—. Si… quieres… te… puedo… pagar —terminó mascullando.
—¿Pagarme? ¡Pero qué dices! Sólo te estoy haciendo un favor —soltó, con una pequeña carcajada—. No me cuesta nada, así que, la próxima vez que la vea, intentaré hablar con ella y recordarle que tiene un esposo en Uzushiogakure que la está esperando —bromeó, sacándole la lengua.
Se reincorporó y se acercó con pasos saltarines al borde de la plaza, protegido por una valla de madera para evitar caídas desafortunadas. Si antes le había parecido que estaban a mucha altura, ahora la sensación de vértigo era mucho peor. No quería ni imaginar qué pasaría si caía por accidente por ahí así que apoyó la cadera en la valla, y se volvió de nuevo hacia el Uchiha.
—Por cierto, fue una lástima que te marcharas del concurso de música. Yo creo que deberías haber ganado, me gustó mucho tu actuación. ¿Te surgió algo para irte así?