18/03/2018, 19:48
La legendaria parsimonia del trio de shinobis no paraba de arrebatarles preciosos segundos, minutos e incluso horas, y ahora no iba a ser la excepción. Habían malgastado un tiempo importante hasta para mirar un mensaje grabado en una roca y seguir su camino como se indicaba, tiempo que un shinobi hecho y derecho no perdería estando de misión.
Al menos, Karamaru emprendió la marcha aprisa con lo que en unos breves minutos, se encontraron casi en el lugar de los hechos. Antes de que su vista situase el lugar exacto, sus oídos reconocieron un sonido que sus cuerpos no olvidarían en la vida. El de un combate. Metales chocando, cosas volando, gente saltando y cayendo, movimiento en general, seguido de gemidos de esfuerzo y cansancio.
En cuanto se asomaran verían a su superior, Aki, repeliendo los ataques de tres hombres mucho más corpulentos que ella con la única ayuda de su Uchigatana. El claro en el que se encontraba la Torre se encontraba a un par de lineas de arboles más, por lo que era improbable que les hubiesen localizado, todavía.
Los atacantes no cesaban en su ofensiva y la kunoichi esquivaba y bloqueaba como podía. Dos de los hombres usaban naginatas, así salvaban su culo del corto rango de la espada, mientras un tercero usaba un arco ligero para mantener a raya la iniciativa de la pelirroja, quien empezaba a acumular demasiados daños como para continuar resistiendo mucho más.
El arquero estaba justo en la otra punta del claro sacando una flecha de su carcaj y preparandose para atacar de nuevo, Aki era la que estaba más cerca de ellos y estaba a unos veinte metros. Desde donde estaban podían ver su gruesa capa de viaje llena de cortes y sangre a partes iguales pero poco más veían.
Al menos, Karamaru emprendió la marcha aprisa con lo que en unos breves minutos, se encontraron casi en el lugar de los hechos. Antes de que su vista situase el lugar exacto, sus oídos reconocieron un sonido que sus cuerpos no olvidarían en la vida. El de un combate. Metales chocando, cosas volando, gente saltando y cayendo, movimiento en general, seguido de gemidos de esfuerzo y cansancio.
En cuanto se asomaran verían a su superior, Aki, repeliendo los ataques de tres hombres mucho más corpulentos que ella con la única ayuda de su Uchigatana. El claro en el que se encontraba la Torre se encontraba a un par de lineas de arboles más, por lo que era improbable que les hubiesen localizado, todavía.
Los atacantes no cesaban en su ofensiva y la kunoichi esquivaba y bloqueaba como podía. Dos de los hombres usaban naginatas, así salvaban su culo del corto rango de la espada, mientras un tercero usaba un arco ligero para mantener a raya la iniciativa de la pelirroja, quien empezaba a acumular demasiados daños como para continuar resistiendo mucho más.
El arquero estaba justo en la otra punta del claro sacando una flecha de su carcaj y preparandose para atacar de nuevo, Aki era la que estaba más cerca de ellos y estaba a unos veinte metros. Desde donde estaban podían ver su gruesa capa de viaje llena de cortes y sangre a partes iguales pero poco más veían.