22/03/2018, 01:37
¿quién te da más confianza a ti, Karamaru?
Si pudiese responder que ninguno sería la respuesta más acertada. Pero había quedado claro que no podían no tomar bando, e incluso el resto de pasajeros ya lo habían hecho. Por palabras de aquellos tres sabían que la gente se estaba dividiendo sin saberlo, con objetivos lejos de la claridad y consecuencias inciertas.
«Y si elegimos uno, ¿Entonces qué? ¿Y por qué el capitán no aparece con todo esto entre manos?»
— Calculo que iría...— comenzó el calvo, dispuesto a tomar decisión— con Kagawa y Takimura. No sabemos si es cierto o no, pero si son realmente shinobi no podemos negarnos.
— En cambio con Kino no hay nada de nada como para seguirle, no sé, es lo único a lo que me aferro para tomar una decisión.
El calvo silenció, a la espera de rechazo o aceptación del uzujin, pero la puerta movió el silencio más rápido que la boca del peliblanco y tres ligeros golpes llegaron a oídos de los shinobi. Karamaru fue quién la abrió de a poco, pero antes de otorgar el paso dos personas la movieron rápidamente y se lanzaron al interior de la habitación. Tras su paso, como era de esperar, le arrancaron la madera de la mano al monje y volvieron a quedar escondidos de oídos ajenos.
La intrusión era sorpresiva. No por no esperarse su llegada, que con la locura que estaban percibiendo Karamaru y Riko ya podía ser normal, si no porque esta vez no era una mujer en solitario ni el dúo de hombres. Esta vez llegaron dos seres olvidados en sus mentes, un rubio sonriente y una pelirroja seria como la primera vez.
— Perdón la molestia, pero no queríamos que nos vieran.— una risa sincera, y por primera vez una risa que no era incómoda los descolocó un poco más.
— Supongo que ya habrán escuchado demasiado a esos tres, ¿No? Toda la tripulación, y todo el que se sube a este barco lo hizo. Al principio, risas, pero un cuento repetido da ganas de quemarlo. Permiso.— Mae tomó asiento junto al peliblanco sin siquiera esperar respuesta, su pedido era solo por mera educación.
— ¡EH! Que has hablado bastante, y yo que esperaba tener que quemarme la garganta solito. No es común que hable tanto con extraños. — le susurro con la mano junto a la boca cerca del oído del cenobita, pero era claro que todos podían escucharlo.
— Ya cállate y siéntate.
Y así lo hicieron los dos, tanto Karamaru y Shinsen se sentaron uno junto al otro en la cama del primero. La mirada de los cuatro se cruzaron por unos instantes de silencio, y era claro que la de los dos guías del viaje estaban esperando algo. Era incierto qué era, si una palabra, frase, objeto o canción, pero las cejas levantadas y las manos abiertas y ansiosas del rubio no declaraban otra cosa.
Si pudiese responder que ninguno sería la respuesta más acertada. Pero había quedado claro que no podían no tomar bando, e incluso el resto de pasajeros ya lo habían hecho. Por palabras de aquellos tres sabían que la gente se estaba dividiendo sin saberlo, con objetivos lejos de la claridad y consecuencias inciertas.
«Y si elegimos uno, ¿Entonces qué? ¿Y por qué el capitán no aparece con todo esto entre manos?»
— Calculo que iría...— comenzó el calvo, dispuesto a tomar decisión— con Kagawa y Takimura. No sabemos si es cierto o no, pero si son realmente shinobi no podemos negarnos.
— En cambio con Kino no hay nada de nada como para seguirle, no sé, es lo único a lo que me aferro para tomar una decisión.
El calvo silenció, a la espera de rechazo o aceptación del uzujin, pero la puerta movió el silencio más rápido que la boca del peliblanco y tres ligeros golpes llegaron a oídos de los shinobi. Karamaru fue quién la abrió de a poco, pero antes de otorgar el paso dos personas la movieron rápidamente y se lanzaron al interior de la habitación. Tras su paso, como era de esperar, le arrancaron la madera de la mano al monje y volvieron a quedar escondidos de oídos ajenos.
La intrusión era sorpresiva. No por no esperarse su llegada, que con la locura que estaban percibiendo Karamaru y Riko ya podía ser normal, si no porque esta vez no era una mujer en solitario ni el dúo de hombres. Esta vez llegaron dos seres olvidados en sus mentes, un rubio sonriente y una pelirroja seria como la primera vez.
— Perdón la molestia, pero no queríamos que nos vieran.— una risa sincera, y por primera vez una risa que no era incómoda los descolocó un poco más.
— Supongo que ya habrán escuchado demasiado a esos tres, ¿No? Toda la tripulación, y todo el que se sube a este barco lo hizo. Al principio, risas, pero un cuento repetido da ganas de quemarlo. Permiso.— Mae tomó asiento junto al peliblanco sin siquiera esperar respuesta, su pedido era solo por mera educación.
— ¡EH! Que has hablado bastante, y yo que esperaba tener que quemarme la garganta solito. No es común que hable tanto con extraños. — le susurro con la mano junto a la boca cerca del oído del cenobita, pero era claro que todos podían escucharlo.
— Ya cállate y siéntate.
Y así lo hicieron los dos, tanto Karamaru y Shinsen se sentaron uno junto al otro en la cama del primero. La mirada de los cuatro se cruzaron por unos instantes de silencio, y era claro que la de los dos guías del viaje estaban esperando algo. Era incierto qué era, si una palabra, frase, objeto o canción, pero las cejas levantadas y las manos abiertas y ansiosas del rubio no declaraban otra cosa.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘