24/03/2018, 03:29
Fue nada más realizar el contacto con la pared gélida y salir bombeado en forma de rebote hacia atrás, esa fue la respuesta de la fortaleza, retrocedí varios metros, tenía la sensación de que una fuerza igual a la mía había hecho frente a mi ofensiva. —Auch... ¿Se rompió?— Pregunté mientras me incorporaba y miraba a Koutetsu, quien se encontraba en ese instante observando el estado de cristal.
—Ni un rasguño… —Aseguró.
Ni un misero rasguño había dejado mi ataque, maldije por lo bajo y me acerqué para verificar por mi mismo lo que me decía el moreno. No pude hacer nada más que voltear a ver hacia la princesa, no esperaba que consiguiera mucho por las palabras que nos había revelado Sarutobi, pero no por ello podía matar toda la esperanza, no obstante, mi positivismo duró poco cuando vi como uno de esos guerreros abofeteó, la fémina cayó de llenó al suelo y era acosada por aquellas miradas llena de odio. —La van a matar.— Musité previendo lo que aseveró el guardián.
—¡Al suelo! —Vociferó Sarutobi, a la par que se tiraba a la alfombra nevada.
Fue nada más escuchar su voz para sentir el calor y la iluminación, rápidamente acaté la orden del viejo y mi cuerpo abrazó rápidamente la escarcha blanca, más el impacto de la bola flamígera contra la pared de cristal creó una onda expansiva de energía que logró sacudirme, y no fui el único, varias de las personas que no habían logrado agacharse terminaron por caerse de lleno, incluyendo a unos cuantos cadáveres. Cuando me aseguré de que no venía una segunda bola ígnea, me levanté y miré directamente hacia donde había colisionado, ya no había muralla de hielo, tampoco había puerta, el hotel había quedado abierto para nosotros y para los aldeanos.
Me acerqué rápidamente a Koutetsu. —¿Viste quien fue?— No obstante, él le preguntaría directamente al único portador del elemento fuego que conocíamos a estas alturas en ese lugar.
—¿Que fue lo que sucedió? ¿Acaso fue usted Shinda?... Pensé que no podía utilizar ninjutsu.
—No he sido yo… Ha sido… Ese solo puedo haber sido… Ryūnosuke. — Admitió con cierto tono de confusión.
Los guerreros de la tribu levantaron su guardia cuando percibieron la presencia del creador de la esfera de llamas, fue inevitable ver aquella figura que salía de entre la neblina, de entre los aldeanos, un hombre alto y joven, de buena contextura física, con orbes ámbar, cabello corto y negro.
—Adelante, refúgiense en el edificio. Yo me encargare del resto —aseguró, con voz confiada y fervorosa.
—¡Adelante, vamos! — Koutetsu comenzó a apoyar a esta nueva figura y por mi parte hice lo mismo, le imité y ayudé a que todos se refugiaran en el interior del nido. —No sé quién sea ese sujeto, pero creo que ni siquiera un Jōnin tendría el poder suficiente como enfrentar a esos tres y a su horda de no muertos.
—Bueno, tendremos que apoyarle, ¿no?— Pregunté sabiendo la respuesta. —Además tenemos que poner a la princesa a salvo... Por lo menos hasta que pase este peligro.— Agregué.
"Aunque debería asegurarme de que no haya ningún herido que requiera mi asistencia"
—Sería bueno saber sí hay gente dentro del hotel, pero creo que eso deberá hacerlo alguien más...—
—Ni un rasguño… —Aseguró.
Ni un misero rasguño había dejado mi ataque, maldije por lo bajo y me acerqué para verificar por mi mismo lo que me decía el moreno. No pude hacer nada más que voltear a ver hacia la princesa, no esperaba que consiguiera mucho por las palabras que nos había revelado Sarutobi, pero no por ello podía matar toda la esperanza, no obstante, mi positivismo duró poco cuando vi como uno de esos guerreros abofeteó, la fémina cayó de llenó al suelo y era acosada por aquellas miradas llena de odio. —La van a matar.— Musité previendo lo que aseveró el guardián.
—¡Al suelo! —Vociferó Sarutobi, a la par que se tiraba a la alfombra nevada.
Fue nada más escuchar su voz para sentir el calor y la iluminación, rápidamente acaté la orden del viejo y mi cuerpo abrazó rápidamente la escarcha blanca, más el impacto de la bola flamígera contra la pared de cristal creó una onda expansiva de energía que logró sacudirme, y no fui el único, varias de las personas que no habían logrado agacharse terminaron por caerse de lleno, incluyendo a unos cuantos cadáveres. Cuando me aseguré de que no venía una segunda bola ígnea, me levanté y miré directamente hacia donde había colisionado, ya no había muralla de hielo, tampoco había puerta, el hotel había quedado abierto para nosotros y para los aldeanos.
Me acerqué rápidamente a Koutetsu. —¿Viste quien fue?— No obstante, él le preguntaría directamente al único portador del elemento fuego que conocíamos a estas alturas en ese lugar.
—¿Que fue lo que sucedió? ¿Acaso fue usted Shinda?... Pensé que no podía utilizar ninjutsu.
—No he sido yo… Ha sido… Ese solo puedo haber sido… Ryūnosuke. — Admitió con cierto tono de confusión.
Los guerreros de la tribu levantaron su guardia cuando percibieron la presencia del creador de la esfera de llamas, fue inevitable ver aquella figura que salía de entre la neblina, de entre los aldeanos, un hombre alto y joven, de buena contextura física, con orbes ámbar, cabello corto y negro.
—Adelante, refúgiense en el edificio. Yo me encargare del resto —aseguró, con voz confiada y fervorosa.
—¡Adelante, vamos! — Koutetsu comenzó a apoyar a esta nueva figura y por mi parte hice lo mismo, le imité y ayudé a que todos se refugiaran en el interior del nido. —No sé quién sea ese sujeto, pero creo que ni siquiera un Jōnin tendría el poder suficiente como enfrentar a esos tres y a su horda de no muertos.
—Bueno, tendremos que apoyarle, ¿no?— Pregunté sabiendo la respuesta. —Además tenemos que poner a la princesa a salvo... Por lo menos hasta que pase este peligro.— Agregué.
"Aunque debería asegurarme de que no haya ningún herido que requiera mi asistencia"
—Sería bueno saber sí hay gente dentro del hotel, pero creo que eso deberá hacerlo alguien más...—