28/03/2018, 16:34
La voz de la señora Otoshino solo se comparaba con un rugido. Taeko no sabía si la biblioteca entera había temblado o si había sido solo la sensación de haber sido sacudida por el grito de la mujer. Todos los presentes se apresuraron a ponerse en línea cual soldados. Inclusive el hijo de la bibliotecaria, quien bajó con una caída de las escaleras, tal como le había pasado a la peliplateada.
"Oh, cielos, cielos, cielos. ¿No estaba enferma Otoshino-san? Su enojo debe ser mucho mayor a su dolor para gritar así..." pensó la kunoichi, con el corazón acelerado. Se puso mucho muy nerviosa y no supo cómo reaccionar. Como si fuera un instinto, se formó junto con todos. Después de ella, la pequeña diablesa pelirroja bajó deslizándose por el pasamanos de la escalera. Taeko sintió aquella molestia ardiente de nuevo, pero el temor por la señora Otoshino la inmovilizó. Solo pudo fulminarla con la mirada.
La bibliotecaria quería respuestas. Las exigía a gritos, pero nadie respondía. Taeko sopesó el escribir una nota culpando a una de las pelirrojas, pero después de un segundo no lo consideró necesario. Creía que la mujer sabría que la kunoichi estaba intentando ayudarla a mantener el orden, y que ella no era culpable. Una parte de la peliplateada quería saber cómo regañaría o castigaría a la infante, pues, si bien era solo una niña, quienes se portan mal deben tener su sanción.
Respiró profundamente, y se mantuvo en posición de firmes, aunque ligeramente temblorosa. Esperó a que alguien hablara, aunque estaba casi segura de que no sería la pelirroja.
"Personas como ella buscarán salirse con la suya y nunca admitirán estar mal. ¡Pero merece su jalón de oreja, jum!" pensó Taeko, poniéndose algo roja de la presión.
"Oh, cielos, cielos, cielos. ¿No estaba enferma Otoshino-san? Su enojo debe ser mucho mayor a su dolor para gritar así..." pensó la kunoichi, con el corazón acelerado. Se puso mucho muy nerviosa y no supo cómo reaccionar. Como si fuera un instinto, se formó junto con todos. Después de ella, la pequeña diablesa pelirroja bajó deslizándose por el pasamanos de la escalera. Taeko sintió aquella molestia ardiente de nuevo, pero el temor por la señora Otoshino la inmovilizó. Solo pudo fulminarla con la mirada.
La bibliotecaria quería respuestas. Las exigía a gritos, pero nadie respondía. Taeko sopesó el escribir una nota culpando a una de las pelirrojas, pero después de un segundo no lo consideró necesario. Creía que la mujer sabría que la kunoichi estaba intentando ayudarla a mantener el orden, y que ella no era culpable. Una parte de la peliplateada quería saber cómo regañaría o castigaría a la infante, pues, si bien era solo una niña, quienes se portan mal deben tener su sanción.
Respiró profundamente, y se mantuvo en posición de firmes, aunque ligeramente temblorosa. Esperó a que alguien hablara, aunque estaba casi segura de que no sería la pelirroja.
"Personas como ella buscarán salirse con la suya y nunca admitirán estar mal. ¡Pero merece su jalón de oreja, jum!" pensó Taeko, poniéndose algo roja de la presión.
SILENCE
〘When deed speaks, words are nothing.〙
"Pienso" (thistle) ❀ ≫Escribo (orchid)
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