30/03/2018, 17:10
Daruu se encogió de hombros y le miró con una media sonrisa, entrecerrando aquellos ojos blancos y clavándolos en él.
—Oh, vamos, Datsue-kun —dijo, socarrón—, ¿no pretenderás que me sienta satisfecho con eso, verdad? ¿Cómo voy a fiarme de que vas a repartir el tesoro conmigo si no podemos tener siquiera una charla sincera de amiguetes, eh?
Puso el dedo índice entre los dos y lo movió de un lado a otro, indicando que no.
—Ya he notado lo de las aspas, pero no me has dicho qué hace. Se podría decir que necesito sacarme ya el graduado avanzado. Os he visto combatir. Sois muy buenos en el Taijutsu, en el Ninjutsu y en el Genjutsu. Sí... también he sufrido esas ilusiones. Tu buen amigo Akame tuvo a bien reverlármelo después de echarse a reír como un psicópata lamiéndole el falo a todo el linaje de su clan.
»Pero yo no sé si a eso le llamaría dramatismo.
Los genin llegaron a la entrada de una cueva más bien penumbrosa, que se metía dentro de la montaña. Daruu solicitó ver el mapa.
—¿Y si la equis no marca la cima, sino el interior de esta caverna? —sugirió—. Bueno, antes de entrar, estaría encantado de saber algo que todavía no sé sobre vosotros. Si no, quizás nos toque trabajar sin la ayuda de mi Byakugan. Ya sabes, por no inclinar todavía más la balanza...
—Oh, vamos, Datsue-kun —dijo, socarrón—, ¿no pretenderás que me sienta satisfecho con eso, verdad? ¿Cómo voy a fiarme de que vas a repartir el tesoro conmigo si no podemos tener siquiera una charla sincera de amiguetes, eh?
Puso el dedo índice entre los dos y lo movió de un lado a otro, indicando que no.
—Ya he notado lo de las aspas, pero no me has dicho qué hace. Se podría decir que necesito sacarme ya el graduado avanzado. Os he visto combatir. Sois muy buenos en el Taijutsu, en el Ninjutsu y en el Genjutsu. Sí... también he sufrido esas ilusiones. Tu buen amigo Akame tuvo a bien reverlármelo después de echarse a reír como un psicópata lamiéndole el falo a todo el linaje de su clan.
»Pero yo no sé si a eso le llamaría dramatismo.
Los genin llegaron a la entrada de una cueva más bien penumbrosa, que se metía dentro de la montaña. Daruu solicitó ver el mapa.
—¿Y si la equis no marca la cima, sino el interior de esta caverna? —sugirió—. Bueno, antes de entrar, estaría encantado de saber algo que todavía no sé sobre vosotros. Si no, quizás nos toque trabajar sin la ayuda de mi Byakugan. Ya sabes, por no inclinar todavía más la balanza...