31/03/2018, 21:37
Y como no, el choque moral entre sendos cabezones no llevaba a ningún lado. Por mucho que uno dijese lo que pensaba, el otro contra-argumentaba su opinión dando sus propias verdades. Quizás no había ninguno en un camino acertado, pero ninguno podía buenamente afirmar que las opiniones del otro fuesen pura basura. Cada cual veía la realidad a su manera, ya fuese de una manera retorcida o simplemente como un camino de rosas con espinas.
Etsu tomó aire, y aunque en un principio pensó en volver a intentar razonar con el tipo alto, dejó que sus palabras cayesen en el abismo de lo que pudo decirse y jamás se dijo. Ese abismo de tantas cosas que debieren haber salvado una situación —o empeorado— pero para bien o para mal, nunca salieron a la luz.
Realizó una mueca de desdén, y terminó por mirar a Akane. Sin requisito alguno de palabras, ambos se decidieron. No había nada mas que hablar con el tipo del cuervo, y por mucho que Etsu quisiese, no podía hacerlo entrar en su saco. Además, y por si no fuese poco, debía buscar por la zona algún sitio donde mostrar a la ciudad el estilo de combate familiar; ya fuese un dojo, un descampado, o bien un tatami en mitad de la nada.
—Bueno, podría decir que ha sido un placer conoceros, pero no estoy seguro de ello —sentenció el rastas —aunque si que ha valido la pena conocerte, Kiara. Ahora pienso que los cuervos son mucho mas geniales que los loros.
»En fin, debo buscar algún dojo o sala de entrenamiento por la zona, tengo cosas que hacer. Hasta la próxima.
Y tras una leve reverencia, el chico se dispuso a irse, obviamente acompañado de Akane. Éste, al igual que su hermano, realizó lo que parecía una reverencia, para tras ello ponerse a la altura de Etsu en lo referente al paso.
—Venga, hermano, cuando terminemos te compraré un helado mas grande que tú, te lo prometo.
Etsu tomó aire, y aunque en un principio pensó en volver a intentar razonar con el tipo alto, dejó que sus palabras cayesen en el abismo de lo que pudo decirse y jamás se dijo. Ese abismo de tantas cosas que debieren haber salvado una situación —o empeorado— pero para bien o para mal, nunca salieron a la luz.
Realizó una mueca de desdén, y terminó por mirar a Akane. Sin requisito alguno de palabras, ambos se decidieron. No había nada mas que hablar con el tipo del cuervo, y por mucho que Etsu quisiese, no podía hacerlo entrar en su saco. Además, y por si no fuese poco, debía buscar por la zona algún sitio donde mostrar a la ciudad el estilo de combate familiar; ya fuese un dojo, un descampado, o bien un tatami en mitad de la nada.
—Bueno, podría decir que ha sido un placer conoceros, pero no estoy seguro de ello —sentenció el rastas —aunque si que ha valido la pena conocerte, Kiara. Ahora pienso que los cuervos son mucho mas geniales que los loros.
»En fin, debo buscar algún dojo o sala de entrenamiento por la zona, tengo cosas que hacer. Hasta la próxima.
Y tras una leve reverencia, el chico se dispuso a irse, obviamente acompañado de Akane. Éste, al igual que su hermano, realizó lo que parecía una reverencia, para tras ello ponerse a la altura de Etsu en lo referente al paso.
—Venga, hermano, cuando terminemos te compraré un helado mas grande que tú, te lo prometo.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~