2/04/2018, 16:30
Karamaru y Keisuke priorizaron la velocidad al sigilo y no tenían las habilidades ni la experiencia necesaria para moverse con tal rapidez entre arbustos sin causar un verdadero concierto de sonidos. Conforme avanzaban se oían las ramas que pisaban, los arbustos que apartaban e incluso sus quejidos cuando alguna zarza les agarraba la piel.
El arquero centró toda su atención en ellos, esperando la inevitable ofensiva que no tardó en suceder, varias estrellas ninjas se dirigían hacia él, pero ya estaba preparado y con su arma cargada. Obviamente, no había hecho ninguna señal de que se hubiese percatado para que no se echaran atrás, sino que esperó al último momento para girar su arco al lugar de donde habían salido los shurikens, soltando las flechas, haciendo una voltereta después para esquivar la ofensiva.
Fue entonces cuando el calvo apareció, con dos flechas dirigiéndose a su cuerpo y con un tiempo de reacción bastante limitado.
Los lanceros se encargaron de mantener a raya a Aki, quien solamente podía maldecir internamente la corta perspectiva de sus subordinados. Poco después una bomba de humo lacrimógeno estalló en medio del conflicto, obligando a ambas partes a retroceder.
La pelirroja se apoyó en su espada, aprovechando el momento para tomar un respiro. Antes de decir o hacer nada más, sacó un pequeño pergamino y aprovechando la atención que le habían robado los genins lo lanzó por la zona de arbustos de donde había salido la canica de gas lacrimógeno.
Ahora los dos lanceros estaban mucho más cerca de Keisuke y Karamaru, y bloqueaban por completo una posible reagrupación.
— ¡¿Pero se puede saber qué demonios estáis haciendo?!
Tuvo que tomar aliento de nuevo después de ese grito. Los tres desconocidos se giraron por inercia a encarar a la pelirroja, que ahora se dirigía hacia el arquero andando con su espada en las manos.
— Si ni siquiera sois conscientes de lo que podéis o no podéis hacer, salid de aquí. Volved a la villa, aquí no pintáis nada.
La pelirroja recobró parcialmente la atención de los atacantes, que estaban esperando la siguiente ofensiva.
Cerca de Mogura aterrizaría un pergamino, que rodaría levemente hasta chocar con una raiz y detenerse.
El arquero centró toda su atención en ellos, esperando la inevitable ofensiva que no tardó en suceder, varias estrellas ninjas se dirigían hacia él, pero ya estaba preparado y con su arma cargada. Obviamente, no había hecho ninguna señal de que se hubiese percatado para que no se echaran atrás, sino que esperó al último momento para girar su arco al lugar de donde habían salido los shurikens, soltando las flechas, haciendo una voltereta después para esquivar la ofensiva.
Fue entonces cuando el calvo apareció, con dos flechas dirigiéndose a su cuerpo y con un tiempo de reacción bastante limitado.
Los lanceros se encargaron de mantener a raya a Aki, quien solamente podía maldecir internamente la corta perspectiva de sus subordinados. Poco después una bomba de humo lacrimógeno estalló en medio del conflicto, obligando a ambas partes a retroceder.
La pelirroja se apoyó en su espada, aprovechando el momento para tomar un respiro. Antes de decir o hacer nada más, sacó un pequeño pergamino y aprovechando la atención que le habían robado los genins lo lanzó por la zona de arbustos de donde había salido la canica de gas lacrimógeno.
Ahora los dos lanceros estaban mucho más cerca de Keisuke y Karamaru, y bloqueaban por completo una posible reagrupación.
— ¡¿Pero se puede saber qué demonios estáis haciendo?!
Tuvo que tomar aliento de nuevo después de ese grito. Los tres desconocidos se giraron por inercia a encarar a la pelirroja, que ahora se dirigía hacia el arquero andando con su espada en las manos.
— Si ni siquiera sois conscientes de lo que podéis o no podéis hacer, salid de aquí. Volved a la villa, aquí no pintáis nada.
La pelirroja recobró parcialmente la atención de los atacantes, que estaban esperando la siguiente ofensiva.
Cerca de Mogura aterrizaría un pergamino, que rodaría levemente hasta chocar con una raiz y detenerse.