3/04/2018, 20:17
Datsue lanzó un profundo suspiro, aparentemente aliviado por la afirmativa de Ayame a no delatarle.
—Gracias —dijo, reincorporándose—. Aunque, quizás… Quizás sí deberías hacer algo al respecto. Ya sabes… para que ninguna otra chica sufra lo que mi compañera. Pero eso… eso ya es cosa tuya.
Ayame le miró ladeando el rostro. ¿De verdad le estaba pidiendo que tomara cartas en el asunto? ¿Que se vengara de Kaido por él? ¿Quizás que lo reportara a la Arashikage por conducta inapropiada para un shinobi de la aldea? La kunoichi tragó saliva, con un lacerante dolor en el pecho, pero no llegó a responder. Le asfixiaba la sola idea de hacerlo, sobre todo después de que le salvara la vida, pero si otras chicas iban a sufrir una vejación de tal calibre...
—Oh, ahora que me acuerdo —intervino Datsue de repente, interrrumpiendo sus pensamientos. Por un momento, Ayame casi lo agradeció, aunque enseguida se arrepintió al verle tomar el cigarro liado que tenía apoyado en la oreja—. ¿Qué te parece si le damos unas caladas? —le ofreció, mientras rebuscaba en el bolsillo interior de su yukata y sacaba un mechero con el que prendió el repugnante cigarro—. En agradecimiento por portarte tan bien conmigo. Toma. Insisto. Me aseguraron que era de lo mejor de Oonindo.
Pero a Ayame no le había faltado tiempo para apartarse de un salto, con la nariz arrugada en un profundo gesto de asco y conteniendo la respiración como buenamente podía para no aspirar aquel penetrante hedor.
—No... yo no fumo. Lo siento —musitó, intentando por todos los medios que su voz no sonara demasiado brusca. Fue evidente que no consiguió—. De hecho... no sé cómo tú sí puedes hacerlo, Datsue-san. No te lo tomes a mal pero... eso sólo te contamina por dentro.
—Gracias —dijo, reincorporándose—. Aunque, quizás… Quizás sí deberías hacer algo al respecto. Ya sabes… para que ninguna otra chica sufra lo que mi compañera. Pero eso… eso ya es cosa tuya.
Ayame le miró ladeando el rostro. ¿De verdad le estaba pidiendo que tomara cartas en el asunto? ¿Que se vengara de Kaido por él? ¿Quizás que lo reportara a la Arashikage por conducta inapropiada para un shinobi de la aldea? La kunoichi tragó saliva, con un lacerante dolor en el pecho, pero no llegó a responder. Le asfixiaba la sola idea de hacerlo, sobre todo después de que le salvara la vida, pero si otras chicas iban a sufrir una vejación de tal calibre...
—Oh, ahora que me acuerdo —intervino Datsue de repente, interrrumpiendo sus pensamientos. Por un momento, Ayame casi lo agradeció, aunque enseguida se arrepintió al verle tomar el cigarro liado que tenía apoyado en la oreja—. ¿Qué te parece si le damos unas caladas? —le ofreció, mientras rebuscaba en el bolsillo interior de su yukata y sacaba un mechero con el que prendió el repugnante cigarro—. En agradecimiento por portarte tan bien conmigo. Toma. Insisto. Me aseguraron que era de lo mejor de Oonindo.
Pero a Ayame no le había faltado tiempo para apartarse de un salto, con la nariz arrugada en un profundo gesto de asco y conteniendo la respiración como buenamente podía para no aspirar aquel penetrante hedor.
—No... yo no fumo. Lo siento —musitó, intentando por todos los medios que su voz no sonara demasiado brusca. Fue evidente que no consiguió—. De hecho... no sé cómo tú sí puedes hacerlo, Datsue-san. No te lo tomes a mal pero... eso sólo te contamina por dentro.