5/04/2018, 00:39
Daruu tenía razón: el byakugan no dotaba a su dueño de un atractivo o encanto fuera de lo particular. En eso, se enorgulleció Datsue, el sharingan estaba a años luz. Pero en lo que sí mordía el polvo su doujutsu era en distancia de visionado. Primero, el Uchiha hinchó el pecho, pomposo, cuando el de ojos blancos le inquirió si alcanzaba a ver un árbol lejano.
—¿Qué si lo veo? Ay, Daruu, Daruu —había dicho—. Pocas cosas hay que no vean estos…
—¿Sabrías decirme cuántos de esos frutos peludos cuelgan de lo alto de él? —Datsue se quedó de piedra— ¿No? Yo sí. Son tres. —La boca de Datsue se abrió tanto que pareció desencajarse de la sopresa—. Exactamente. Y uno de ellos está un poco pocho ya.
«¡Y encima el tío se pavonea! La madre que me parió… ¿En serio puede verlos a semejante distancia?». De no ser ningún truco, estaban hablando de otra cosa. De una liga totalmente distinta a la que el Uchiha había visto o jugado hasta entonces.
Pero no terminaba allí. No, Daruu fue más allá, rompiendo por completo todos los esquemas del Intrépido. Aseguraba —tras una floritura con el dedo que le dio un breve pinchazo en el pecho—, que él sí podía ver el corazón de las personas. Y si podía hacerlo, eso significaba que…
—¡Madre Amateratsu, diosa de mi vida! —exclamó Datsue, totalmente maravillado—. ¿Quiere eso decir que puedes ver a través de la ropa, la piel y la carne? Pero entonces, incluso podrías… —¿Ver el armamento que lleva alguien en el portaobjetos?—. Incluso podrías… —¿Ver ese juego de manos tras la espalda para colocar un sello explosivo en un kunai?—. Incluso podrías… —No y no. Era algo mucho más importante que todo aquello. Era…—. ¡Los baños termales, Daruu! —se llevó las manos a la cabeza, totalmente atónito—. ¡Los baños termales!
Datsue quiso arrancarse los ojos y ponerse los de Daruu. Así de fácil era pasar de la vanidad a la envidia.
—Perdón, perdón —dijo, pues le había interrumpido justo cuando sugería entrar en la cueva para buscar el tesoro. Lo primero era lo primero—. Vamos, vamos. Te sigo.
Los apresurados pasos del Uchiha hicieron que pronto llegase al interior de la cueva, un espacio bastante amplio y bien iluminado, gracias a que parecía contar con otras dos entradas.
—¡Está ahí! —Datsue pegó tal brinco que casi se cae de culo—. ¡Lo que intentaba el muy cabrón era disuadirnos de buscarlo!
—Lo… ¿Lo dices en serio? —dijo, mirando hacia donde había señalado Daruu—. Joder, lo… ¡Pero que te dije! ¿¡Pero qué te dije yo!? —exclamó, eufórico, dándose tremendos golpetazos en el pecho—. ¡Somos ricos, joder! ¡Somos ricos!
Datsue saltó sobre el suelo y empezó a quitar la tierra como un perro tratando de desenterrar un hueso. No, no tenía pala, ni ningún utensilio que le pudiese ayudar para semejante tarea.
—¡Vamos, vamos! ¡Ayúdame! ¡Tenemos que sacarlo de ahí! —chilló, como si lo que hubiese ahí abajo fuese un crío asfixiándose y no simples objetos inertes.
—¿Qué si lo veo? Ay, Daruu, Daruu —había dicho—. Pocas cosas hay que no vean estos…
—¿Sabrías decirme cuántos de esos frutos peludos cuelgan de lo alto de él? —Datsue se quedó de piedra— ¿No? Yo sí. Son tres. —La boca de Datsue se abrió tanto que pareció desencajarse de la sopresa—. Exactamente. Y uno de ellos está un poco pocho ya.
«¡Y encima el tío se pavonea! La madre que me parió… ¿En serio puede verlos a semejante distancia?». De no ser ningún truco, estaban hablando de otra cosa. De una liga totalmente distinta a la que el Uchiha había visto o jugado hasta entonces.
Pero no terminaba allí. No, Daruu fue más allá, rompiendo por completo todos los esquemas del Intrépido. Aseguraba —tras una floritura con el dedo que le dio un breve pinchazo en el pecho—, que él sí podía ver el corazón de las personas. Y si podía hacerlo, eso significaba que…
—¡Madre Amateratsu, diosa de mi vida! —exclamó Datsue, totalmente maravillado—. ¿Quiere eso decir que puedes ver a través de la ropa, la piel y la carne? Pero entonces, incluso podrías… —¿Ver el armamento que lleva alguien en el portaobjetos?—. Incluso podrías… —¿Ver ese juego de manos tras la espalda para colocar un sello explosivo en un kunai?—. Incluso podrías… —No y no. Era algo mucho más importante que todo aquello. Era…—. ¡Los baños termales, Daruu! —se llevó las manos a la cabeza, totalmente atónito—. ¡Los baños termales!
Datsue quiso arrancarse los ojos y ponerse los de Daruu. Así de fácil era pasar de la vanidad a la envidia.
—Perdón, perdón —dijo, pues le había interrumpido justo cuando sugería entrar en la cueva para buscar el tesoro. Lo primero era lo primero—. Vamos, vamos. Te sigo.
Los apresurados pasos del Uchiha hicieron que pronto llegase al interior de la cueva, un espacio bastante amplio y bien iluminado, gracias a que parecía contar con otras dos entradas.
—¡Está ahí! —Datsue pegó tal brinco que casi se cae de culo—. ¡Lo que intentaba el muy cabrón era disuadirnos de buscarlo!
—Lo… ¿Lo dices en serio? —dijo, mirando hacia donde había señalado Daruu—. Joder, lo… ¡Pero que te dije! ¿¡Pero qué te dije yo!? —exclamó, eufórico, dándose tremendos golpetazos en el pecho—. ¡Somos ricos, joder! ¡Somos ricos!
Datsue saltó sobre el suelo y empezó a quitar la tierra como un perro tratando de desenterrar un hueso. No, no tenía pala, ni ningún utensilio que le pudiese ayudar para semejante tarea.
—¡Vamos, vamos! ¡Ayúdame! ¡Tenemos que sacarlo de ahí! —chilló, como si lo que hubiese ahí abajo fuese un crío asfixiándose y no simples objetos inertes.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado