5/04/2018, 00:51
¡Plaf, plaf! par de bofetadas en ambos costados de sus mejillas. Si Riko hubiese tenido algo de sentido del humor, tendría que haber gritado ¡Maldita lisiada! emulando a la famosa frase de una de las telenovelas más famosas de Oonindo, Kurawa la del Barrio.
Pero no gritó aquello, sino una perjura que evidenciaba su miedo. A la nube corrosiva, a la muerte misma.
Kaido abrió los ojos, mitad enervado mitad descolocado. Pensó en arrancarle la cabeza al peliblanco pero pronto se percataría de la podredumbre que iba carcomiendo los árboles aledaños. Las hojas caían, corroídas, y la madera cedía como puré. Desde luego que no iba a esperar que aquello le alcanzase, ni mucho menos.
—¡Joder, joder! —exclamó, lanzándose al vacío—. ¡corre Riko, corre coño!
Apenas sus pies tocaron el suelo, el escualo puso todos sus músculos a funcionar al unísono para alcanzar cualfuera la meta que les mantuviera a ambos a salvo de aquel inminente peligro, que silencioso, se les acercaba con premura. Y en el entre tanto, aún a sabiendas de que si aquella niebla les tocaba tan sólo perderían el juego, no quería sentirse tan mediocre por haberse dejado vencer por un elemento sorpresa tan rastrero como el que ahora les perseguía.
Aún si tenía que sacrificar a Riko. Su idea era ganar los Juegos de Supervivencia.
Pero no gritó aquello, sino una perjura que evidenciaba su miedo. A la nube corrosiva, a la muerte misma.
Kaido abrió los ojos, mitad enervado mitad descolocado. Pensó en arrancarle la cabeza al peliblanco pero pronto se percataría de la podredumbre que iba carcomiendo los árboles aledaños. Las hojas caían, corroídas, y la madera cedía como puré. Desde luego que no iba a esperar que aquello le alcanzase, ni mucho menos.
—¡Joder, joder! —exclamó, lanzándose al vacío—. ¡corre Riko, corre coño!
Apenas sus pies tocaron el suelo, el escualo puso todos sus músculos a funcionar al unísono para alcanzar cualfuera la meta que les mantuviera a ambos a salvo de aquel inminente peligro, que silencioso, se les acercaba con premura. Y en el entre tanto, aún a sabiendas de que si aquella niebla les tocaba tan sólo perderían el juego, no quería sentirse tan mediocre por haberse dejado vencer por un elemento sorpresa tan rastrero como el que ahora les perseguía.
Aún si tenía que sacrificar a Riko. Su idea era ganar los Juegos de Supervivencia.