5/04/2018, 22:54
—¿Qué como lo conseguí yo? —respondió él, y Ayame asintió con vehemencia, invitándole a continuar—. Por mi familia, Ayame, por mi familia. Verás, esto es algo que muy poca gente conoce, pero yo nací aquí, en el País del Bosque.
La muchacha alzó las cejas, evidentemente sorprendida. Habiendo nacido en el País del Bosque, lo más normal habría sido que Datsue hubiera acudido a la aldea de Kusagakure a completar su formación como ninja. Tanto por proximidad como por pertenencia a aquel país. ¿Qué le habría llevado entonces a Uzushiogakure?
—Mis padres no son ricos, ni precisamente importantes, pero conocen a alguien que… Bueno, en realidad el tipo tampoco es ninguna de las dos cosas —concretó—. Verás, Ayame, cuando dije que muy pocas personas tenían acceso a ese manantial, era porque… se encuentra en la Villa Oculta de la Hierba —Ayame ahogó una exclamación, sorprendida y maravillada. Y para sus adentros se anotó que, la próxima vez que se encontrara con alguien de Kusagakure (quizás con suerte Taeko, Juro o Yota), le preguntaría por aquel famoso manantial—. Por eso es muy difícil conseguir el agua de ese manantial. A no ser que tengas algún amigo kusajin, claro, que es el caso de mis padres. Pero vamos, Ayame, no me hagas sentir mal y cátalo. ¡A ver qué te parece!
Casi con timidez, Ayame le miró por debajo de las pestañas una última vez antes de alzar lentamente el brick y llevarse la pajita a los labios. Aspiró. Pero no fue líquido lo que sintió, sino aire. En lugar del sabor del agua fresca lo que llegó hasta su paladar fue un sabor intenso, amargo y que le abrasó la garganta y los pulmones cuando invadió su cuerpo como una toxina mortal. Ayame arqueó el cuerpo entre violentas toses y arrojó el cartón al vacío. Asfixiada, se agarró el pecho y la garganta con desesperación, como si quisiera abrirse en canal para expulsar aquella contaminación que la llenaba. Y sólo al cabo de varios segundos, fue capaz de mirar a Datsue con ojos lagrimeantes y llenos de odio.
—Q... ¿Qué...? ¿m... me....? ¿Has...? —trataba de balbucear, pero su voz sonaba quebrada y débil. Volvió a toser varias veces.
Inspiró hondo, con las manos en el pecho. Formulando el sello del pájaro.
—¡¡¡¿¿¿QUÉ ME HAS HECHOOOOOOOOOOOO???!!!
La sirena lanzó su aullido y su voz reverberó con toda su ira y rabia contenidas. Potenciada con su propio chakra, embistió como un toro al Uchiha que se había atrevido a reírse de ella de aquella manera, arrojándolo hacia atrás. Pese a todo, y aún afectada por aquel veneno, Ayame volvió a toser con violencia después de su chillido.
La muchacha alzó las cejas, evidentemente sorprendida. Habiendo nacido en el País del Bosque, lo más normal habría sido que Datsue hubiera acudido a la aldea de Kusagakure a completar su formación como ninja. Tanto por proximidad como por pertenencia a aquel país. ¿Qué le habría llevado entonces a Uzushiogakure?
—Mis padres no son ricos, ni precisamente importantes, pero conocen a alguien que… Bueno, en realidad el tipo tampoco es ninguna de las dos cosas —concretó—. Verás, Ayame, cuando dije que muy pocas personas tenían acceso a ese manantial, era porque… se encuentra en la Villa Oculta de la Hierba —Ayame ahogó una exclamación, sorprendida y maravillada. Y para sus adentros se anotó que, la próxima vez que se encontrara con alguien de Kusagakure (quizás con suerte Taeko, Juro o Yota), le preguntaría por aquel famoso manantial—. Por eso es muy difícil conseguir el agua de ese manantial. A no ser que tengas algún amigo kusajin, claro, que es el caso de mis padres. Pero vamos, Ayame, no me hagas sentir mal y cátalo. ¡A ver qué te parece!
Casi con timidez, Ayame le miró por debajo de las pestañas una última vez antes de alzar lentamente el brick y llevarse la pajita a los labios. Aspiró. Pero no fue líquido lo que sintió, sino aire. En lugar del sabor del agua fresca lo que llegó hasta su paladar fue un sabor intenso, amargo y que le abrasó la garganta y los pulmones cuando invadió su cuerpo como una toxina mortal. Ayame arqueó el cuerpo entre violentas toses y arrojó el cartón al vacío. Asfixiada, se agarró el pecho y la garganta con desesperación, como si quisiera abrirse en canal para expulsar aquella contaminación que la llenaba. Y sólo al cabo de varios segundos, fue capaz de mirar a Datsue con ojos lagrimeantes y llenos de odio.
—Q... ¿Qué...? ¿m... me....? ¿Has...? —trataba de balbucear, pero su voz sonaba quebrada y débil. Volvió a toser varias veces.
Inspiró hondo, con las manos en el pecho. Formulando el sello del pájaro.
—¡¡¡¿¿¿QUÉ ME HAS HECHOOOOOOOOOOOO???!!!
La sirena lanzó su aullido y su voz reverberó con toda su ira y rabia contenidas. Potenciada con su propio chakra, embistió como un toro al Uchiha que se había atrevido a reírse de ella de aquella manera, arrojándolo hacia atrás. Pese a todo, y aún afectada por aquel veneno, Ayame volvió a toser con violencia después de su chillido.