6/04/2018, 10:57
(Última modificación: 6/04/2018, 10:58 por Aotsuki Ayame.)
—¿De qué... se trata? —preguntó Daruu, evidentemente confuso pero con la curiosidad en sus ojos perlados.
Ayame apretó sendos puños a los lados de su cadera y le miró directamente a los ojos.
—Ayúdame —le pidió, seria y cargada de determinación—. Ayúdame a ser más fuerte. ¿Recuerdas cuál era mi objetivo? Quiero sorprender a mi padre, a Aotsuki Zetsuo. Y por eso voy a enfrentarme a él en un combate directo.
Alrededor de los muchachos, la tormenta levantó un súbito vendaval que hizo ondear sus capas a su merced.
»Pero antes de eso tengo mucho que hacer. No puedo permitirme volver a perder el control. No puedo permitirme depender siempre de vosotros para que me salvéis el pellejo. Y, sobre todo... —respiró hondo—. No puedo dejar que me vuelvan a engañar como Uchiha Datsue lo hizo —completó, con ojos anegados de lágrimas. Porque más allá de las infantiles jugarretas del Uchiha, había algo más que aún no había contado nadie y aún se sentía terriblemente sucia y mancillada por dentro.
—Sé que no soy rival para ti, pero eres el shinobi más fuerte que conozco dentro de la aldea, dejando a un lado los mayores, claro está —se apresuró a aclarar, agitando una mano en el aire—. Por eso necesito tu ayuda para fortalecerme, lejos de la aldea, donde nadie pueda inmiscuirse. Déjame enfrentarme a tus ojos, Daruu.
Y levantó una sola mano a la altura del pecho, con los dedos índice y corazón extendidos.
El sello de la confrontación había sido realizado.
Ayame apretó sendos puños a los lados de su cadera y le miró directamente a los ojos.
—Ayúdame —le pidió, seria y cargada de determinación—. Ayúdame a ser más fuerte. ¿Recuerdas cuál era mi objetivo? Quiero sorprender a mi padre, a Aotsuki Zetsuo. Y por eso voy a enfrentarme a él en un combate directo.
Alrededor de los muchachos, la tormenta levantó un súbito vendaval que hizo ondear sus capas a su merced.
»Pero antes de eso tengo mucho que hacer. No puedo permitirme volver a perder el control. No puedo permitirme depender siempre de vosotros para que me salvéis el pellejo. Y, sobre todo... —respiró hondo—. No puedo dejar que me vuelvan a engañar como Uchiha Datsue lo hizo —completó, con ojos anegados de lágrimas. Porque más allá de las infantiles jugarretas del Uchiha, había algo más que aún no había contado nadie y aún se sentía terriblemente sucia y mancillada por dentro.
—Sé que no soy rival para ti, pero eres el shinobi más fuerte que conozco dentro de la aldea, dejando a un lado los mayores, claro está —se apresuró a aclarar, agitando una mano en el aire—. Por eso necesito tu ayuda para fortalecerme, lejos de la aldea, donde nadie pueda inmiscuirse. Déjame enfrentarme a tus ojos, Daruu.
Y levantó una sola mano a la altura del pecho, con los dedos índice y corazón extendidos.
El sello de la confrontación había sido realizado.