7/04/2018, 18:57
El gyojin apuntaló a la dirección que señalaba Daruu, una ladera ascendiente que zigzageante, perdía su vislumbre hacia los costados de la montaña. Un camino aparentemente transitable y que seguramente fuese usado por los turistas y alguno que otro montañista extremo que buscase alcanzar la cúspide de aquella enorme pirámide de roca, hielo y nieve.
Asintió y comenzó a caminar, convencido de que aquel camino era la única vía posible. Más si lo decía Daruu, o también conocido como aquel que todo lo ve.
El Umikiba continuó a paso firme y renuente, aprovechando la marcha constante para mantener su cuerpo a ritmo, produciendo calor y permitiéndole omitir el clima que iba transmutando a medida de que zurcaban terrenos más inhóspitos. Se le veía muy callado e indudablemente precavido con cada uno de sus pasos, pues no era su intención acabar derrotado como aquella vez, por el impiadoso clima de una montaña templada.
De a poco Yukio empezó a convertirse en una mancha borrosa por la distancia, y la nieve que se arremolinaba a cántaros por los vientos de altura dificultaban la visión. O bueno, a él, porque a Daruu...
—¡Uffff, espera. Déjame recobrar el aliento —atizó, con las manos sobre las rodillas—. joder, ¿sabes a quién debíamos haber traído? a Aotsuki "culo frío" Koori. O a su búho parlante. Ese sí que nos hubiese podido dar un aventón hasta la cima. Nos hubiésemos ahorrado bastante
Echó un vistazo hasta arriba. No veía nada.
»¿Tus pájaros de caramelo no pueden? me extrañó que no lo hubieras sugerido, pero supongo que ha de haber sido por algo.
Empezaba a sentirse un poco inútil.
Asintió y comenzó a caminar, convencido de que aquel camino era la única vía posible. Más si lo decía Daruu, o también conocido como aquel que todo lo ve.
El Umikiba continuó a paso firme y renuente, aprovechando la marcha constante para mantener su cuerpo a ritmo, produciendo calor y permitiéndole omitir el clima que iba transmutando a medida de que zurcaban terrenos más inhóspitos. Se le veía muy callado e indudablemente precavido con cada uno de sus pasos, pues no era su intención acabar derrotado como aquella vez, por el impiadoso clima de una montaña templada.
De a poco Yukio empezó a convertirse en una mancha borrosa por la distancia, y la nieve que se arremolinaba a cántaros por los vientos de altura dificultaban la visión. O bueno, a él, porque a Daruu...
—¡Uffff, espera. Déjame recobrar el aliento —atizó, con las manos sobre las rodillas—. joder, ¿sabes a quién debíamos haber traído? a Aotsuki "culo frío" Koori. O a su búho parlante. Ese sí que nos hubiese podido dar un aventón hasta la cima. Nos hubiésemos ahorrado bastante
Echó un vistazo hasta arriba. No veía nada.
»¿Tus pájaros de caramelo no pueden? me extrañó que no lo hubieras sugerido, pero supongo que ha de haber sido por algo.
Empezaba a sentirse un poco inútil.