8/04/2018, 20:29
(Última modificación: 8/04/2018, 20:29 por Aotsuki Ayame.)
—P-pero Ayame, ¡entra en razón! —le pidió, llevándose una mano al pecho—. ¡Por favor te lo pido! Acabo de pedirte un tremendo favor para que te comuniques con una persona muy importante para mí. ¿Para qué iba yo justo después a hacerte una canallada así? ¡Es contraproducente!
Pero Ayame dejó escapar un leve gruñido y se dio media vuelta, dándole la espalda.
—Sí, eso es lo que me pregunto yo —farfulló entre dientes, mientras echaba a andar hacia la pasarela por la que habían entrado minutos atrás a aquella especie de plaza flotante.
—Si tuvieses el brick podríamos ver qué tenía realmente… Pero lo tiraste al vacío —continuó, y fueron aquellas cinco palabras lo que la detuvieron en seco.
Ayame se dio la vuelta lentamente, y sus ojos recorrieron el lugar con gesto analítico. Por último, se detuvieron en Datsue desafiantes.
—Entonces no te importará... —le dijo, introduciendo la mano en el portaobjetos. De él sacó uno de los rollos de hilo de alambre que llevaba consigo y, con un seco gesto de muñeca liberó el kunai que llevaba oculto bajo la manga—. Que lo compruebe.
Entre rápidos movimientos ató el hilo a la anilla del kunai mientras se acercaba entre largas zancadas a la valla de seguridad. Sin ningún tipo de reparo se subió a ella, acumulando el chakra en los pies para adherirse a su superficie y no caer antes de tiempo. Una súbita sensación de vértigo le subió por el estómago cuando miró hacia abajo y se vio absorbida por la fuerza de la gravedad. Calculaba que debía de haber unos treinta metros de altura entre la plataforma y el suelo. Si no calculaba bien... Si no conseguía un punto de anclaje adecuado...
«No muestres miedo.» Se dijo, antes de volver el rostro hacia el Uchiha.
—¿Qué me dices, Uchiha-san?
Pero Ayame dejó escapar un leve gruñido y se dio media vuelta, dándole la espalda.
—Sí, eso es lo que me pregunto yo —farfulló entre dientes, mientras echaba a andar hacia la pasarela por la que habían entrado minutos atrás a aquella especie de plaza flotante.
—Si tuvieses el brick podríamos ver qué tenía realmente… Pero lo tiraste al vacío —continuó, y fueron aquellas cinco palabras lo que la detuvieron en seco.
Ayame se dio la vuelta lentamente, y sus ojos recorrieron el lugar con gesto analítico. Por último, se detuvieron en Datsue desafiantes.
—Entonces no te importará... —le dijo, introduciendo la mano en el portaobjetos. De él sacó uno de los rollos de hilo de alambre que llevaba consigo y, con un seco gesto de muñeca liberó el kunai que llevaba oculto bajo la manga—. Que lo compruebe.
Entre rápidos movimientos ató el hilo a la anilla del kunai mientras se acercaba entre largas zancadas a la valla de seguridad. Sin ningún tipo de reparo se subió a ella, acumulando el chakra en los pies para adherirse a su superficie y no caer antes de tiempo. Una súbita sensación de vértigo le subió por el estómago cuando miró hacia abajo y se vio absorbida por la fuerza de la gravedad. Calculaba que debía de haber unos treinta metros de altura entre la plataforma y el suelo. Si no calculaba bien... Si no conseguía un punto de anclaje adecuado...
«No muestres miedo.» Se dijo, antes de volver el rostro hacia el Uchiha.
—¿Qué me dices, Uchiha-san?