13/04/2018, 15:33
Riko siguió al cenobita por las escaleras que sin duda empezarían a caminar con la emoción de encontrar habitación gratis en una posada que parecía de lujo. Mientras el uzujin celebraba la actitud del hombre Karamaru no podía evitar pensar qué clase de gente estaba detrás de cada puerta que pasaban.
—No eres el único, yo creo que en cuanto toque la cama me desmayo.
Sin embargo, la emoción fue bajando de a poco a medida que subían escalón por escalón y se daban cuenta que el noveno piso estaba mucho más arriba de lo que parecían. Los carteles que indicaban en que piso se encontraban tardaban en aparecer y tras tanto viaje se hacía complicado mantener la compostura.
A paso lento- lejos estaba el trote de emoción inicial- llegaron a la puerta de la habitación. Puerta blanca con un pequeño pedazo de metal dorado marcado con un "912". El monje fue el puso la llave y abrió, y luego cerró tras el paso de ambos gennin. Era una habitación inmensa, con dos camas dobles bien separadas en la pared opuesta a la puerta. Sábanas blancas brillantes, un ventanal enorme entre ambas camas, un piso de alfombra bordo sin una pelusa. Cerca de cada cama, en paredes opuestas, dos puertas abiertas mostraban dos baños que ya desde la entrada parecían brillar. Obviamente no faltaban los muebles chicos y grandes de madera oscura repartidos por la habitación y- tal vez lo que más resaltaba- un pequeño rincón con dos sillones pequeños y una mesa de vidrio con una tetera y un par de tazas.
—Esto... esto es impresionante.
Y sin demora corrió a la cama de la izquierda, sacándose las botas shinobi en la carrera, y se arrojó sobre ella para hundirse un poquito entre tanta comodidad. Ni siquiera se daría cuenta que a los pocos segundos de cerrar los ojos ya estaba soñando sobre aquel tigre y aquel dragón otra vez, y que lo próximo que vería sería la luz matutina entrar por los cristales del ventanal que otorgaba, por su altura, una hermosa estampa de la ciudad de Yamiria.
—No eres el único, yo creo que en cuanto toque la cama me desmayo.
Sin embargo, la emoción fue bajando de a poco a medida que subían escalón por escalón y se daban cuenta que el noveno piso estaba mucho más arriba de lo que parecían. Los carteles que indicaban en que piso se encontraban tardaban en aparecer y tras tanto viaje se hacía complicado mantener la compostura.
A paso lento- lejos estaba el trote de emoción inicial- llegaron a la puerta de la habitación. Puerta blanca con un pequeño pedazo de metal dorado marcado con un "912". El monje fue el puso la llave y abrió, y luego cerró tras el paso de ambos gennin. Era una habitación inmensa, con dos camas dobles bien separadas en la pared opuesta a la puerta. Sábanas blancas brillantes, un ventanal enorme entre ambas camas, un piso de alfombra bordo sin una pelusa. Cerca de cada cama, en paredes opuestas, dos puertas abiertas mostraban dos baños que ya desde la entrada parecían brillar. Obviamente no faltaban los muebles chicos y grandes de madera oscura repartidos por la habitación y- tal vez lo que más resaltaba- un pequeño rincón con dos sillones pequeños y una mesa de vidrio con una tetera y un par de tazas.
—Esto... esto es impresionante.
Y sin demora corrió a la cama de la izquierda, sacándose las botas shinobi en la carrera, y se arrojó sobre ella para hundirse un poquito entre tanta comodidad. Ni siquiera se daría cuenta que a los pocos segundos de cerrar los ojos ya estaba soñando sobre aquel tigre y aquel dragón otra vez, y que lo próximo que vería sería la luz matutina entrar por los cristales del ventanal que otorgaba, por su altura, una hermosa estampa de la ciudad de Yamiria.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘