14/04/2018, 13:49
(Última modificación: 14/04/2018, 13:50 por Amedama Daruu.)
Era Aotsuki Zetsuo. Daruu apretó los dientes, gruñó, e incluso tuvo el impulso de levantarse para golpearlo con el puño en la cara. Pero el médico le agarró del hombro y le presionó firmemente contra el colchón.
—¡Suéltame, cabronazo!
—No me obligues a aumentar la dosis de los calmantes, mocoso. Necesitas descansar. Y tu madre también.
—¡Aaaaghhhh, noooo! ¿¡Por qué lo has hecho, hijo de puta, por quéee?
Le cegaron con una linterna. Daruu apartó la vista, ignorando las instruciones de Zetsuo.
—¿¡Por qué le has dejado hacerlo, Zetsuo!? ¿¡Por qué!? —Comenzó a llorar de rabia e impotencia—. ¡Al cuerno cómo me encuentro! ¿Crees que voy a dejar que urgues en mis ojos con tu técnica? ¿¡Dónde está mamá!? ¡Por qué tuviste que dejarla hacerlo, puto imbécil!
—¡Suéltame, cabronazo!
—No me obligues a aumentar la dosis de los calmantes, mocoso. Necesitas descansar. Y tu madre también.
—¡Aaaaghhhh, noooo! ¿¡Por qué lo has hecho, hijo de puta, por quéee?
Le cegaron con una linterna. Daruu apartó la vista, ignorando las instruciones de Zetsuo.
—¿¡Por qué le has dejado hacerlo, Zetsuo!? ¿¡Por qué!? —Comenzó a llorar de rabia e impotencia—. ¡Al cuerno cómo me encuentro! ¿Crees que voy a dejar que urgues en mis ojos con tu técnica? ¿¡Dónde está mamá!? ¡Por qué tuviste que dejarla hacerlo, puto imbécil!