14/04/2018, 19:16
Sin previo aviso, Zetsuo le abofeteó, girándole el rostro. Daruu se quedó allí, con la mejilla pegada a la almohada, los ojos peligrosamente entrecerrados y los dientes apretados y casi chirriando entre sí. El hombre le agarró por la bata y le reprendió por cuestionar la voluntad de su madre.
...acepta el regalo de tu madre! —Fueron esas palabras y no otras las que le dejaron en estado de shock. No el hecho de que hubiera sido su voluntad —cosa que ya había sabido desde el momento en el que se había visto en el espejo—, sino el hecho de que se refiriera a ello como un regalo.
«¿Pero por qué, mamá? ¿Por qué? ¿Qué será de tu cafetería?». Pensar en ello hizo caer las lágrimas definitivamente de sus ojos, que resbalaron por sus mejillas y mojaron el colchón de la camilla. «Mamá...»
No podía sino imaginarse la sonrisa de su madre y sus ojos radiantes cada mañana, haciéndole de rabiar. A Daruu, Kiroe le había regalado sus ojos, sí. Pero le había quitado gran parte de su vida.
Él siempre había querido ser ninja para ganar un sueldo digno y apoyar a su madre mientras ella se ocupaba de la cafetería. Él siempre había pensado que si algún día se hartaba, tendría ese sitio para volver, donde solía aprender repostería de su madre. Él siempre había querido tener una vida sencilla alejada de los problemas.
Ahora, alguien le había arrebatado sus Byakugan, unos ojos que él nunca había pedido. Se habría conformado con la banalidad de ser un ninja cualquiera.
«Puta mierda, putos clanes de puta mierda. Putos Kekkei Genkai, puta selección y pureza genética... ¡de mierda!»
—No voy a hurgar en tus ojos, si eso es lo que te preocupa. Aunque la tentación es muy fuerte, dadas las circunstancias —añadió Zetsuo. Intentó seguir hablando, pero Daruu le cortó, aún sin dirigirle una mirada:
—No quería que me leyeras la mente porque no tengo nada que ocultar y te lo iba a contar enseguida —dijo de forma seca. Tragó saliva—. Dios, todavía no puedo creer que esté pasando todo esto.
Sollozó un par de veces.
—Ayame me citó en la Playa de Amenokami para combatir contra ella. Gané el combate, pero quedé agotado por haber utilizado mucho chakra. Una mujer de pelo rubio pálido y ojos verdes, una exiliada de Amegakure, se acercó a mí humillándome con una técnica que me produjo... excitación sexual y parálisis. —Daruu sólo informó. Ya ni siquiera le avergonzaba aquello—. También actuaba como una especie de sedante.
Tragó saliva.
—Creo que trafica con órganos, o algo así... Me dijo que ganaría mucho dinero con mis ojos. Me los arrancó allí mismo con sus propias manos.
»Me arrastré hasta Ayame y utilicé un jutsu para teletransportarme a la cafetería de mamá con las últimas fuerzas que me quedaban. Creo que ya conoces el resto.
Daruu giró la cabeza y miró a Zetsuo.
—Me han jodido la vida, Zetsuo. Y lo peor de todo es que Ayame... Ayame va a pensar que la culpa ha sido suya, ahora que me doy cuenta.
»Devuélvele estos ojos a mamá... Ella te lo pidió, yo también te lo pido... Dáselos, dáselos por favor.
...acepta el regalo de tu madre! —Fueron esas palabras y no otras las que le dejaron en estado de shock. No el hecho de que hubiera sido su voluntad —cosa que ya había sabido desde el momento en el que se había visto en el espejo—, sino el hecho de que se refiriera a ello como un regalo.
«¿Pero por qué, mamá? ¿Por qué? ¿Qué será de tu cafetería?». Pensar en ello hizo caer las lágrimas definitivamente de sus ojos, que resbalaron por sus mejillas y mojaron el colchón de la camilla. «Mamá...»
No podía sino imaginarse la sonrisa de su madre y sus ojos radiantes cada mañana, haciéndole de rabiar. A Daruu, Kiroe le había regalado sus ojos, sí. Pero le había quitado gran parte de su vida.
Él siempre había querido ser ninja para ganar un sueldo digno y apoyar a su madre mientras ella se ocupaba de la cafetería. Él siempre había pensado que si algún día se hartaba, tendría ese sitio para volver, donde solía aprender repostería de su madre. Él siempre había querido tener una vida sencilla alejada de los problemas.
Ahora, alguien le había arrebatado sus Byakugan, unos ojos que él nunca había pedido. Se habría conformado con la banalidad de ser un ninja cualquiera.
«Puta mierda, putos clanes de puta mierda. Putos Kekkei Genkai, puta selección y pureza genética... ¡de mierda!»
—No voy a hurgar en tus ojos, si eso es lo que te preocupa. Aunque la tentación es muy fuerte, dadas las circunstancias —añadió Zetsuo. Intentó seguir hablando, pero Daruu le cortó, aún sin dirigirle una mirada:
—No quería que me leyeras la mente porque no tengo nada que ocultar y te lo iba a contar enseguida —dijo de forma seca. Tragó saliva—. Dios, todavía no puedo creer que esté pasando todo esto.
Sollozó un par de veces.
—Ayame me citó en la Playa de Amenokami para combatir contra ella. Gané el combate, pero quedé agotado por haber utilizado mucho chakra. Una mujer de pelo rubio pálido y ojos verdes, una exiliada de Amegakure, se acercó a mí humillándome con una técnica que me produjo... excitación sexual y parálisis. —Daruu sólo informó. Ya ni siquiera le avergonzaba aquello—. También actuaba como una especie de sedante.
Tragó saliva.
—Creo que trafica con órganos, o algo así... Me dijo que ganaría mucho dinero con mis ojos. Me los arrancó allí mismo con sus propias manos.
»Me arrastré hasta Ayame y utilicé un jutsu para teletransportarme a la cafetería de mamá con las últimas fuerzas que me quedaban. Creo que ya conoces el resto.
Daruu giró la cabeza y miró a Zetsuo.
—Me han jodido la vida, Zetsuo. Y lo peor de todo es que Ayame... Ayame va a pensar que la culpa ha sido suya, ahora que me doy cuenta.
»Devuélvele estos ojos a mamá... Ella te lo pidió, yo también te lo pido... Dáselos, dáselos por favor.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)