14/04/2018, 19:37
Y Daruu comenzó a hablar sin oponer ningún tipo de resistencia más.
Las primeras declaraciones coincidían con las explicaciones que le había dado Ayame, que ella le había citado en la Playa de Amenokami para entrenar con él. Fueron las siguientes palabras, las referentes a la posterior derrota de la kunoichi, la que arrojar la luz sobre los huecos desconocidos que habían quedado.
—Una mujer de pelo rubio pálido y ojos verdes, una exiliada de Amegakure, se acercó a mí humillándome con una técnica que me produjo... excitación sexual y parálisis —continuó hablando el muchacho, pero los ojos de Zetsuo, entrecerrados, no emitieron ningún tipo de juicio—. También actuaba como una especie de sedante.
—Naia... —siseó entre dientes, en voz baja.
—Creo que trafica con órganos, o algo así... Me dijo que ganaría mucho dinero con mis ojos. Me los arrancó allí mismo con sus propias manos. Me arrastré hasta Ayame y utilicé un jutsu para teletransportarme a la cafetería de mamá con las últimas fuerzas que me quedaban. Creo que ya conoces el resto.
Zetsuo cerró las manos en torno a las mantas y terminó por reincorporarse con un sonado suspiro. Sin embargo, Daruu no había terminado y se volvió hacia él.
—Me han jodido la vida, Zetsuo. Y lo peor de todo es que Ayame... Ayame va a pensar que la culpa ha sido suya, ahora que me doy cuenta. Devuélvele estos ojos a mamá... Ella te lo pidió, yo también te lo pido... Dáselos, dáselos por favor.
El médico le miró con ojos chispeantes.
—¿Pero qué cojones te crees que sois? ¡¿Muñecos desmontables?! ¡Los ojos no pueden estar yendo y viniendo como si fueran pelotas de ping-pong! —exclamó, y entonces sacudió la cabeza—. No. Cualquier protesta que tengas la tendrás que arreglar con la loca de tu madre.
»Y Ayame... —El hombre chasqueó la lengua, y sus puños temblaron ligeramente cuando siguió hablando—. También se encuentra aquí, pero está bajo estricta vigilancia —se volvió hacia Daruu, con el sufrimiento brillando en sus férreos ojos—. Informamos de manera inmediata a Yui-sama sobre la pérdida de tu Byakugan, pero como no sabíamos qué había ocurrido exactamente y sólo teníamos su testimonio, la primera sospecha cayó sobre ella. Ella misma creyó que había vuelto a perder el control sobre el Gobi como ocurrió hace poco, y por eso preferimos prevenir dejándola vigilada.
Las primeras declaraciones coincidían con las explicaciones que le había dado Ayame, que ella le había citado en la Playa de Amenokami para entrenar con él. Fueron las siguientes palabras, las referentes a la posterior derrota de la kunoichi, la que arrojar la luz sobre los huecos desconocidos que habían quedado.
—Una mujer de pelo rubio pálido y ojos verdes, una exiliada de Amegakure, se acercó a mí humillándome con una técnica que me produjo... excitación sexual y parálisis —continuó hablando el muchacho, pero los ojos de Zetsuo, entrecerrados, no emitieron ningún tipo de juicio—. También actuaba como una especie de sedante.
—Naia... —siseó entre dientes, en voz baja.
—Creo que trafica con órganos, o algo así... Me dijo que ganaría mucho dinero con mis ojos. Me los arrancó allí mismo con sus propias manos. Me arrastré hasta Ayame y utilicé un jutsu para teletransportarme a la cafetería de mamá con las últimas fuerzas que me quedaban. Creo que ya conoces el resto.
Zetsuo cerró las manos en torno a las mantas y terminó por reincorporarse con un sonado suspiro. Sin embargo, Daruu no había terminado y se volvió hacia él.
—Me han jodido la vida, Zetsuo. Y lo peor de todo es que Ayame... Ayame va a pensar que la culpa ha sido suya, ahora que me doy cuenta. Devuélvele estos ojos a mamá... Ella te lo pidió, yo también te lo pido... Dáselos, dáselos por favor.
El médico le miró con ojos chispeantes.
—¿Pero qué cojones te crees que sois? ¡¿Muñecos desmontables?! ¡Los ojos no pueden estar yendo y viniendo como si fueran pelotas de ping-pong! —exclamó, y entonces sacudió la cabeza—. No. Cualquier protesta que tengas la tendrás que arreglar con la loca de tu madre.
»Y Ayame... —El hombre chasqueó la lengua, y sus puños temblaron ligeramente cuando siguió hablando—. También se encuentra aquí, pero está bajo estricta vigilancia —se volvió hacia Daruu, con el sufrimiento brillando en sus férreos ojos—. Informamos de manera inmediata a Yui-sama sobre la pérdida de tu Byakugan, pero como no sabíamos qué había ocurrido exactamente y sólo teníamos su testimonio, la primera sospecha cayó sobre ella. Ella misma creyó que había vuelto a perder el control sobre el Gobi como ocurrió hace poco, y por eso preferimos prevenir dejándola vigilada.