14/04/2018, 20:02
—Tengo tres cosas que decir —dijo Daruu, con gesto severo—: La primera de todas es que en esta situación no vuelvas a llamar loca a mi madre. ¡No lo harás! —le amenazó, señalándole con un dedo que apenas podía levantar, y el hombre alzó una ceja con escepticismo—. La segunda, es que por favor, y no creo que haga falta que te lo pida, déjame aquí y vayas directo a contarles lo que te he dicho para que dejen a Ayame en paz. No perdió el control en ningún momento, además. Y estuvo mucho más serena esta vez, por si te lo estás preguntando.
—Pensaba hacerlo en cuanto esta conversación hubiera finalizado, Amedama. Esa era una de las razones por la que te he preguntado inmediatamente por lo que había pasado. Así que se puede decir que sólo me estás retrasando —soltó, sin ningún tipo de tapujo.
—La tercera es que antes de irte me digas por qué has mascullado el nombre de Naia cuando te he descrito a esa hija de puta... —concluyó Daruu, entrecerrando sus nuevos ojos violetas. Esos ojos que Zetsuo estaba acostumbrado a ver en otra persona...
El hombre suspiró con pesadez, y se pasó una mano por sus cabellos oscuros con tintes azulados. Estaba terriblemente cansado, y no era para menos después de todo lo que había pasado y después de pasar por una operación tan dura.
—Es su nombre. El nombre de la mujer que te quitó los ojos —confesó, serio y sombrío—. Ya viste su bandana, ya sabes que esa hija de puta es una exiliada de Amegakure. Ella estuvo en el mismo complot de traición en el que estaba tu padre, Amedama. Con la diferencia de que ella sigue viva. Y es terriblemente peligrosa. Espero que seas lo suficientemente sensato como para que no se te ocurra ir detrás de ella, chico. No hagas que el sacrificio de tu madre sea en vano.
Zetsuo calló durante un instante.
—Ahora tengo que pedirte yo algo, Amedama: Ve a verla. A Ayame —añadió—. Necesita verte. Desde que despertó ha estado convencida de que fue ella la que te hizo eso. Y eso, sumado a la vigilancia...
»No ha estado bien. Se ha negado a comer todos estos días y se ha... apagado.
—Pensaba hacerlo en cuanto esta conversación hubiera finalizado, Amedama. Esa era una de las razones por la que te he preguntado inmediatamente por lo que había pasado. Así que se puede decir que sólo me estás retrasando —soltó, sin ningún tipo de tapujo.
—La tercera es que antes de irte me digas por qué has mascullado el nombre de Naia cuando te he descrito a esa hija de puta... —concluyó Daruu, entrecerrando sus nuevos ojos violetas. Esos ojos que Zetsuo estaba acostumbrado a ver en otra persona...
El hombre suspiró con pesadez, y se pasó una mano por sus cabellos oscuros con tintes azulados. Estaba terriblemente cansado, y no era para menos después de todo lo que había pasado y después de pasar por una operación tan dura.
—Es su nombre. El nombre de la mujer que te quitó los ojos —confesó, serio y sombrío—. Ya viste su bandana, ya sabes que esa hija de puta es una exiliada de Amegakure. Ella estuvo en el mismo complot de traición en el que estaba tu padre, Amedama. Con la diferencia de que ella sigue viva. Y es terriblemente peligrosa. Espero que seas lo suficientemente sensato como para que no se te ocurra ir detrás de ella, chico. No hagas que el sacrificio de tu madre sea en vano.
Zetsuo calló durante un instante.
—Ahora tengo que pedirte yo algo, Amedama: Ve a verla. A Ayame —añadió—. Necesita verte. Desde que despertó ha estado convencida de que fue ella la que te hizo eso. Y eso, sumado a la vigilancia...
»No ha estado bien. Se ha negado a comer todos estos días y se ha... apagado.