15/04/2018, 17:47
—No habría tenido ningún sentido que te tuvieran vigilada sólo hasta que tu padre vino a hablar conmigo si no fuese así —replicó Daruu—. Y si hubieras sido tú, algo me dice que seguiría la vigilancia. Zetsuo podría haber leído a través de mi mente. Es toda la verdad.
Y tenía sentido. Ayame lo había sabido, pero su cerebro se había negado a creerlo incluso cuando había sido su padre quien se lo había dicho. Había seguido cerrándose en sí misma... Había... Había llegado a pensar auténticas barbaridades...
Aquella vez fue la única que se alegró de ser tan cobarde.
—Fue una mujer rubia, ella... No me siento cómodo hablando de ello.
—Lo entiendo —asintió ella, abrazándole con fuerza. Por mucho que le picara la curiosidad, no iba a presionarle para hablar de ello. Por bastante había pasado ya Daruu como para hacerle revivirlo de nuevo...
Pero para sí misma, se prometió, que averiguaría quién era esa mujer y se encargaría de ir a por ella. Si no podía recuperar los ojos de Daruu, al menos se cobraría su propia venganza personal.
—Ahora sufro más por mi madre que por mi mismo, Ayame.
Aquellas últimas palabras la sacaron de sus pensamientos. Ayame se apartó de Daruu para mirarle directamente.
—Ella... Kiroe-san... te dio sus ojos... ¿verdad? —preguntó, aunque por dentro ya conocía la respuesta.
Y tenía sentido. Ayame lo había sabido, pero su cerebro se había negado a creerlo incluso cuando había sido su padre quien se lo había dicho. Había seguido cerrándose en sí misma... Había... Había llegado a pensar auténticas barbaridades...
Aquella vez fue la única que se alegró de ser tan cobarde.
—Fue una mujer rubia, ella... No me siento cómodo hablando de ello.
—Lo entiendo —asintió ella, abrazándole con fuerza. Por mucho que le picara la curiosidad, no iba a presionarle para hablar de ello. Por bastante había pasado ya Daruu como para hacerle revivirlo de nuevo...
Pero para sí misma, se prometió, que averiguaría quién era esa mujer y se encargaría de ir a por ella. Si no podía recuperar los ojos de Daruu, al menos se cobraría su propia venganza personal.
—Ahora sufro más por mi madre que por mi mismo, Ayame.
Aquellas últimas palabras la sacaron de sus pensamientos. Ayame se apartó de Daruu para mirarle directamente.
—Ella... Kiroe-san... te dio sus ojos... ¿verdad? —preguntó, aunque por dentro ya conocía la respuesta.