15/04/2018, 17:58
(Última modificación: 15/04/2018, 17:58 por Amedama Daruu.)
Ayame se apartó un momento de Daruu y le miró a los ojos. Él bajó la mirada.
—Ella... Kiroe-san... te dio sus ojos... ¿verdad?
Daruu asintió, lentamente.
—Zetsuo-san dijo que no pudo hacerla cambiar de parecer —dijo Daruu—. Maldita sea... podría haberme dado sólo uno. ¡Podría haberme dejado sobrevivir sin ojos! Seguro que me las hubiera apañado...
—¡Y seguro que yo me las apañaré, cabeza de chorlito! —Una voz familiar respondió desde la puerta. Daruu giró lentamente la cabeza, y allí la vio. Con los ojos vendados, un gotero como el suyo y un bastón de invidentes, del brazo de una enfermera.
—¿Está bien que me vaya ya, Kiroe-san?
—Sí, sí, ya puedes irte. Gracias por enseñarme el camino a la habitación. —Su madre se zafó del brazo de la enfermera y caminó hacia su hijo—. ¡A ver, dónde estás!
Daruu se levantó y se abrazó a su madre con fuerza. Ella rio, aparentemente no afectada por todo lo que había ocurrido. Aún así, se agarró fuerte a su hijo.
—Vaya, qué bien te veo. Bueno, no te veo, la verdad —rio—. ¿Lo pillas? ¿Lo pillas?
—¡Mamá! Mamá, ¿cómo puedes bromear así? ¿¡Por qué lo has hecho!?
—Porque te quiero, hijo. No quiero ninguna discusión al respecto. Ya me las apañaré. De verdad —replicó ella—. Ayame-chan, cariño, ¿hay alguna silla por aquí en la que pueda sentarm... ¡AUCH! —Kiroe se había separado de Daruu y se había olvidado de que llevaba el bastón, golpeándose irremediablemente contra un armario del fondo de la habitación.
—¡¡Mamá!! —lloriqueó Daruu.
—¡Quieres dejar de llorar, niño, que me estás haciendo deprimirme a mi!
—Ella... Kiroe-san... te dio sus ojos... ¿verdad?
Daruu asintió, lentamente.
—Zetsuo-san dijo que no pudo hacerla cambiar de parecer —dijo Daruu—. Maldita sea... podría haberme dado sólo uno. ¡Podría haberme dejado sobrevivir sin ojos! Seguro que me las hubiera apañado...
—¡Y seguro que yo me las apañaré, cabeza de chorlito! —Una voz familiar respondió desde la puerta. Daruu giró lentamente la cabeza, y allí la vio. Con los ojos vendados, un gotero como el suyo y un bastón de invidentes, del brazo de una enfermera.
—¿Está bien que me vaya ya, Kiroe-san?
—Sí, sí, ya puedes irte. Gracias por enseñarme el camino a la habitación. —Su madre se zafó del brazo de la enfermera y caminó hacia su hijo—. ¡A ver, dónde estás!
Daruu se levantó y se abrazó a su madre con fuerza. Ella rio, aparentemente no afectada por todo lo que había ocurrido. Aún así, se agarró fuerte a su hijo.
—Vaya, qué bien te veo. Bueno, no te veo, la verdad —rio—. ¿Lo pillas? ¿Lo pillas?
—¡Mamá! Mamá, ¿cómo puedes bromear así? ¿¡Por qué lo has hecho!?
—Porque te quiero, hijo. No quiero ninguna discusión al respecto. Ya me las apañaré. De verdad —replicó ella—. Ayame-chan, cariño, ¿hay alguna silla por aquí en la que pueda sentarm... ¡AUCH! —Kiroe se había separado de Daruu y se había olvidado de que llevaba el bastón, golpeándose irremediablemente contra un armario del fondo de la habitación.
—¡¡Mamá!! —lloriqueó Daruu.
—¡Quieres dejar de llorar, niño, que me estás haciendo deprimirme a mi!