16/04/2018, 18:09
Akame se mostró tan sorprendido como su compadre cuando éste abrió el pergamino de vitela y ambos pudieron ver que estaba en blanco. «¿Qué...?» Sin embargo y pese a la pregunta de Datsue, el anodino cortesano se limitó a encogerse de hombros y responder con sinceridad.
—Yo nunca había visto el contenido de ese pergamino antes, Iekatsu-sama me ordenó que se lo entregara a ustedes dos en persona y a nadie más —volvió a encogerse de hombros—. No puedo hablar por mi señor, pero intuyo que, siendo ustedes shinobi, quiere ponerles a prueba. ¿Tal vez? En cualquier caso, no puedo ayudarles con eso. Que pasen un buen día.
Y con esas el cortesano se dio media vuelta y salió del gran salón de audiencias. Akame se encogió de hombros de forma idéntica a como lo había hecho Morihei y luego enfiló la larga alfombra que tapizaba el camino hasta la salida.
—No hay ningún rastro de chakra en el pergamino, eso está claro —dijo el Uchiha tras activar su Sharingan y echarle un vistazo a la supuesta hoja de ruta—. ¿Qué demonios significa esto?
Sin embargo, cuando los jōnin salieron al exterior del castillo, alguien les abordó con poca delicadeza. Era Jirō, el hijo mediano del señor Iekatsu. Todavía vestía su kimono esmeralda con obi dorado, y su mirada encerraba un deje de astucia, como la de un zorro.
—Un acertijo —soltó de repente, como si no creyera necesario presentarse—. Típico de mi padre, aunque si he de ser sincero diré que hacía mucho que no le veía con fuerzas para sacar brillo a su ingenio.
»Tal vez yo pueda ayudaros a resolverlo.
—Yo nunca había visto el contenido de ese pergamino antes, Iekatsu-sama me ordenó que se lo entregara a ustedes dos en persona y a nadie más —volvió a encogerse de hombros—. No puedo hablar por mi señor, pero intuyo que, siendo ustedes shinobi, quiere ponerles a prueba. ¿Tal vez? En cualquier caso, no puedo ayudarles con eso. Que pasen un buen día.
Y con esas el cortesano se dio media vuelta y salió del gran salón de audiencias. Akame se encogió de hombros de forma idéntica a como lo había hecho Morihei y luego enfiló la larga alfombra que tapizaba el camino hasta la salida.
—No hay ningún rastro de chakra en el pergamino, eso está claro —dijo el Uchiha tras activar su Sharingan y echarle un vistazo a la supuesta hoja de ruta—. ¿Qué demonios significa esto?
Sin embargo, cuando los jōnin salieron al exterior del castillo, alguien les abordó con poca delicadeza. Era Jirō, el hijo mediano del señor Iekatsu. Todavía vestía su kimono esmeralda con obi dorado, y su mirada encerraba un deje de astucia, como la de un zorro.
—Un acertijo —soltó de repente, como si no creyera necesario presentarse—. Típico de mi padre, aunque si he de ser sincero diré que hacía mucho que no le veía con fuerzas para sacar brillo a su ingenio.
»Tal vez yo pueda ayudaros a resolverlo.