16/04/2018, 20:53
La pantomima entre Ayame y Zetsuo fue tan cristalina como el agua para un perspicaz Daruu que torció el gesto y miró a Ayame con gesto preocupado. La muchacha acató falsamente la orden de Zetsuo y enseguida se centró en su plato de comida. Daruu miró a la comida con gesto hambriento y torció el gesto: si estaba empezando a apetecerle la comida del hospital es que...
—Sí que debes haber pasado hambre para decir que la comida del hospital está buena.
Kiroe rio. Daruu miró a su madre.
—Mamá, ¿tú tienes hambre? Deberíamos de ir nosotros a comer también —dijo Daruu—. Ya sabes. A nuestras habitaciones y eso. Deben de haberlas dejado allí.
El estómago de su madre rugió.
—Ay, sí... qué hambre que tengo...
—Entonces será mejor que vayamos a por nuestras bandejas, ¿eh?
—Sí hijo sí, vámonos. Bueno chicos, ya nos vamos viendo. ¿Lo pilláis? ¡Viendo!
—¡Mamá, déjalo ya, yo no le veo la gracia!
—Lo raro es que yo sí que pueda verla.
—¡MAMÁ!
Daruu y Kiroe se levantaron, y caminaron hacia la puerta. Cuando el muchacho pasó al lado de la silla de Ayame, prácticamente rozando su pelo y sabiendo que la chica tenía, de hecho, muy buen oído, susurró lo más bajo que pudo:
—No quiero que lo hagas. Bajo ningún concepto.
Luego, se alejó silbando con su madre por el pasillo en dirección al ascensor...
—Sí que debes haber pasado hambre para decir que la comida del hospital está buena.
Kiroe rio. Daruu miró a su madre.
—Mamá, ¿tú tienes hambre? Deberíamos de ir nosotros a comer también —dijo Daruu—. Ya sabes. A nuestras habitaciones y eso. Deben de haberlas dejado allí.
El estómago de su madre rugió.
—Ay, sí... qué hambre que tengo...
—Entonces será mejor que vayamos a por nuestras bandejas, ¿eh?
—Sí hijo sí, vámonos. Bueno chicos, ya nos vamos viendo. ¿Lo pilláis? ¡Viendo!
—¡Mamá, déjalo ya, yo no le veo la gracia!
—Lo raro es que yo sí que pueda verla.
—¡MAMÁ!
Daruu y Kiroe se levantaron, y caminaron hacia la puerta. Cuando el muchacho pasó al lado de la silla de Ayame, prácticamente rozando su pelo y sabiendo que la chica tenía, de hecho, muy buen oído, susurró lo más bajo que pudo:
—No quiero que lo hagas. Bajo ningún concepto.
Luego, se alejó silbando con su madre por el pasillo en dirección al ascensor...