17/04/2018, 10:20
(Última modificación: 17/04/2018, 10:23 por Aotsuki Ayame.)
—No. ¿Por qué lo preguntas? —respondió Daruu, y Zetsuo bajó la mano desde sus ojos hasta su boca mientras daba largos pasos de un extremo a otro de la habitación.
—Maldita niña. Maldita, jodida, niña —repetía entre farfullos.
—¿Qué ha pasado, se ha vuelto a ir? No me digas que al final se ha ido detrás de Naia...
—La voy a matar. ¡Juro que la voy a matar! ¡LA VOY A MATAR CON MIS PROPIAS MANOS! —bramó, dando un sonoro golpetazo contra el escritorio, que protestó con un lastimero chirrido. Se volvió hacia Daruu con los ojos chispeantes de ira—. ¡No está en casa! ¡No está en el hospital! ¡Y Kōri me ha dicho esta mañana que su copia del libro Bingo ha desaparecido! ¡¿DÓNDE CREES QUE HA IDO, AMEDAMA?!
La mesa sufrió un nuevo puñetazo, y en aquella ocasión no pudo soportar la ira del hombre. Se desplomó sobre sus cuatro patas fracturadas.
—Maldita niña. Maldita, jodida, niña —repetía entre farfullos.
—¿Qué ha pasado, se ha vuelto a ir? No me digas que al final se ha ido detrás de Naia...
—La voy a matar. ¡Juro que la voy a matar! ¡LA VOY A MATAR CON MIS PROPIAS MANOS! —bramó, dando un sonoro golpetazo contra el escritorio, que protestó con un lastimero chirrido. Se volvió hacia Daruu con los ojos chispeantes de ira—. ¡No está en casa! ¡No está en el hospital! ¡Y Kōri me ha dicho esta mañana que su copia del libro Bingo ha desaparecido! ¡¿DÓNDE CREES QUE HA IDO, AMEDAMA?!
La mesa sufrió un nuevo puñetazo, y en aquella ocasión no pudo soportar la ira del hombre. Se desplomó sobre sus cuatro patas fracturadas.