17/04/2018, 10:26
Daruu se quedó paralizado, con el rostro blanco como la leche, mirando a los añicos de la mesa que Zetsuo había roto con sus propias manos.
—¡Los dos le dijimos que no fuera! —protestó Daruu, al aire, porque a Ayame estaba claro que no—. ¡Le dije que no quería bajo ningún concepto que lo hiciese, maldita sea!
El muchacho gritó con impotencia, y siguió dando vueltas por la habitación sin saber qué hacer.
—¡Permiso para obtener el alta, director de hospital! —dijo de pronto, y comenzó a realizar sellos—. Y si quieres venir conmigo, más vale que te agarres y cierres los ojos.
—¡Los dos le dijimos que no fuera! —protestó Daruu, al aire, porque a Ayame estaba claro que no—. ¡Le dije que no quería bajo ningún concepto que lo hiciese, maldita sea!
El muchacho gritó con impotencia, y siguió dando vueltas por la habitación sin saber qué hacer.
—¡Permiso para obtener el alta, director de hospital! —dijo de pronto, y comenzó a realizar sellos—. Y si quieres venir conmigo, más vale que te agarres y cierres los ojos.