17/04/2018, 12:33
...¿Y si lo está haciendo ahora mismo? ¿Y si...?
—Ya te dije que el peligro de los Kajitsu no era más que una mota de polvo al lado de la de esa mujer. Los ANBU y los Jōnin de alto rango son los que se encargan de buscar a los criminales del Libro Bingo. Así que, dime, Ayame. ¿Qué puede hacer una genin como tú, que ni siquiera puede alzarse frente a su padre?
Daruu asintió.
—Y si nada, Ayame —espetó Daruu—. ¿Sabes lo que me dijo mi madre el otro día, recién operada? ¿Sabes lo que me dijo?
»Me dijo que no hay que pensar en cómo serían las cosas si no hubiera pasado algo, o centrarse en posibilidades que desconoces. Ha pasado lo que ha pasado, y ahora hay que mirar hacia adelante.
Daruu negó con la cabeza.
—No puedo centrarme en una absurda venganza. Esa mujer lleva años haciendo lo mismo con muchas otras personas, seguro. Esa mujer intentó matar a la Arashikage... junto a mi padre. —Daruu se acercó a Ayame y se agachó junto a ella—. Ni uno sólo de los años que he vivido sin él me he detenido a pensar qué hubiera pasado si hubiera estado con nosotros o qué pasó en realidad. Porque mi vida no era de él.
»Naia no forma parte de mi vida. Sólo es una criminal más en este mundo de mierda. El tiempo la pondrá en su sitio.
»En Amegakure tengo una madre que cuidar, una cafetería que preservar y un ninja que ahora debe entrenar para volver a estar a la altura de su compañera y su sensei —dijo—. Y tú tienes a una mujer que te considera su segunda hija a la que le prometiste enseñar una técnica que le ayudaría a tener mucha más calidad de vida.
Se levantó, y volvió a tender la mano.
—Se lo prometiste, Ayame —repitió—. Si mueres en una estúpida cruzada, jamás podrás cumplir esa promesa. Ni... tampoco esa otra promesa. La que me contaste cuando peleamos aquí.
Cruzó sus ojos púrpura con el marrón de Ayame.
—Nuestra vida sigue. Vamos a vivirla.
—Ya te dije que el peligro de los Kajitsu no era más que una mota de polvo al lado de la de esa mujer. Los ANBU y los Jōnin de alto rango son los que se encargan de buscar a los criminales del Libro Bingo. Así que, dime, Ayame. ¿Qué puede hacer una genin como tú, que ni siquiera puede alzarse frente a su padre?
Daruu asintió.
—Y si nada, Ayame —espetó Daruu—. ¿Sabes lo que me dijo mi madre el otro día, recién operada? ¿Sabes lo que me dijo?
»Me dijo que no hay que pensar en cómo serían las cosas si no hubiera pasado algo, o centrarse en posibilidades que desconoces. Ha pasado lo que ha pasado, y ahora hay que mirar hacia adelante.
Daruu negó con la cabeza.
—No puedo centrarme en una absurda venganza. Esa mujer lleva años haciendo lo mismo con muchas otras personas, seguro. Esa mujer intentó matar a la Arashikage... junto a mi padre. —Daruu se acercó a Ayame y se agachó junto a ella—. Ni uno sólo de los años que he vivido sin él me he detenido a pensar qué hubiera pasado si hubiera estado con nosotros o qué pasó en realidad. Porque mi vida no era de él.
»Naia no forma parte de mi vida. Sólo es una criminal más en este mundo de mierda. El tiempo la pondrá en su sitio.
»En Amegakure tengo una madre que cuidar, una cafetería que preservar y un ninja que ahora debe entrenar para volver a estar a la altura de su compañera y su sensei —dijo—. Y tú tienes a una mujer que te considera su segunda hija a la que le prometiste enseñar una técnica que le ayudaría a tener mucha más calidad de vida.
Se levantó, y volvió a tender la mano.
—Se lo prometiste, Ayame —repitió—. Si mueres en una estúpida cruzada, jamás podrás cumplir esa promesa. Ni... tampoco esa otra promesa. La que me contaste cuando peleamos aquí.
Cruzó sus ojos púrpura con el marrón de Ayame.
—Nuestra vida sigue. Vamos a vivirla.