18/04/2018, 13:26
Zetsuo sonrió como reacción a su chiste, algo que Daruu no habría podido preveer en la vida. Se quedó tan extrañado que tuvo que agitar la cabeza a ambos lados para volver a la realidad.
Tras reprender a Ayame por robarle el Libro Bingo a Kori, los muchachos se dirigieron al puesto de guardia. Una vez en la puerta, el jefe de hospital trabajó una excusa extrañísima pero que convenció a los guardias de la entrada —a Daruu, esa excusa que no vamos a contar, no le convencía en absoluto, pero tuvo que ponerse en el lugar de dos jóvenes chuunin guardando la puerta frente a aquella situación, a sabiendas de que quien les estaba hablando era un reputado jounin. De todas formas, estaban acostumbrados a que aquél trío de ninjas protagonizara entradas y salidas rocambolescas—, y entraron en Amegakure al fin.
Daruu clavó la mirada en el suelo y evitó las de la gente, que con toda la razón del mundo se paraban a curiosear al peculiar grupo.
—Hace tiempo que no veo a Kori-sensei, a todo esto —comentó a medio camino—. ¿Cómo estará? Le echo un poco de menos.
Pasaron por delante de la Pastelería de Kiroe-chan, con las persianas cerradas. Daruu sintió una punzada de dolor en el pecho y aceleró el paso.
Pronto llegaron al hospital, donde también tuvieron que dar las explicaciones pertinentes. Ayame y Zetsuo se fueron por un lado, y una enfermera malhumorada se fue con Daruu por otro, acompañándole a la habitación. Allí, fue obligado prácticamente a tomarse una ducha, y le fue otorgado un nuevo pijama médico.
Al cabo de una hora, la puerta volvió a sonar.
—¿Sí...? —«Zetsuo otra vez no, Zetsuo otra vez no...»
Tras reprender a Ayame por robarle el Libro Bingo a Kori, los muchachos se dirigieron al puesto de guardia. Una vez en la puerta, el jefe de hospital trabajó una excusa extrañísima pero que convenció a los guardias de la entrada —a Daruu, esa excusa que no vamos a contar, no le convencía en absoluto, pero tuvo que ponerse en el lugar de dos jóvenes chuunin guardando la puerta frente a aquella situación, a sabiendas de que quien les estaba hablando era un reputado jounin. De todas formas, estaban acostumbrados a que aquél trío de ninjas protagonizara entradas y salidas rocambolescas—, y entraron en Amegakure al fin.
Daruu clavó la mirada en el suelo y evitó las de la gente, que con toda la razón del mundo se paraban a curiosear al peculiar grupo.
—Hace tiempo que no veo a Kori-sensei, a todo esto —comentó a medio camino—. ¿Cómo estará? Le echo un poco de menos.
Pasaron por delante de la Pastelería de Kiroe-chan, con las persianas cerradas. Daruu sintió una punzada de dolor en el pecho y aceleró el paso.
Pronto llegaron al hospital, donde también tuvieron que dar las explicaciones pertinentes. Ayame y Zetsuo se fueron por un lado, y una enfermera malhumorada se fue con Daruu por otro, acompañándole a la habitación. Allí, fue obligado prácticamente a tomarse una ducha, y le fue otorgado un nuevo pijama médico.
Al cabo de una hora, la puerta volvió a sonar.
—¿Sí...? —«Zetsuo otra vez no, Zetsuo otra vez no...»