21/04/2018, 17:09
(Última modificación: 21/04/2018, 17:09 por Aotsuki Ayame.)
—¿¡Pero cómo que Pelopincho!? ¡No es justo! El Hielo y el Agua suenan de puta madre, pero el Pelopincho suena a broma!
Ayame no pudo sino reírse aún más fuerte ante la ofendida reacción de su compañero. ¡Precisamente lo había soltado como una broma!
Sin embargo, las risas pronto terminaron cuando el tema de conversación viró a otro extremo...
—Ya, Ayame... Pero mientras yo me acostumbro, los demás avanzaréis... Y yo me quedaré atrás —se lamentó Daruu, en relación al tema del Byakugan perdido.
Ayame fue a responder, pero al final terminó por desviar la mirada hacia otro lado, afligida.
«¿Acaso yo he avanzado?» Completó su mente, mezquina. Y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando sintió frío de repente.
—No te preocupes, eso no pasará —terminó diciendo, con una forzada sonrisa.
—Por cierto, hablando de el Hielo —añadió Daruu, y su rostro dibujó un mohín resentido, inflando los mofletes—. ¡No ha venido a verme en el hospital desde que ingresé! ¡Se supone que es mi sensei! ¿Dónde está?
—Cuando vine todavía estabas durmiendo —intervino una voz que ambos conocían muy bien desde la puerta. Kōri ingresó en la habitación, igual de calmado e inexpresivo que siempre—. Después de eso una misión me mantuvo ocupado. Y al parecer alguien decidió aprovechar mi ausencia para quitarme algo que también tuve que buscar —culminó, mirando a Ayame por el rabillo del ojo, que esbozó un ligero mohín—. Vamos, Daruu-kun, ¿de verdad crees que me olvidaría de ti?
El Hielo se había acercado a la cama y estiró el brazo hasta dejar una pequeña bolsa de papel sobre la mesita. El olor a pizza recién horneada inundó rápidamente la habitación.
Ayame no pudo sino reírse aún más fuerte ante la ofendida reacción de su compañero. ¡Precisamente lo había soltado como una broma!
Sin embargo, las risas pronto terminaron cuando el tema de conversación viró a otro extremo...
—Ya, Ayame... Pero mientras yo me acostumbro, los demás avanzaréis... Y yo me quedaré atrás —se lamentó Daruu, en relación al tema del Byakugan perdido.
Ayame fue a responder, pero al final terminó por desviar la mirada hacia otro lado, afligida.
«¿Acaso yo he avanzado?» Completó su mente, mezquina. Y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando sintió frío de repente.
—No te preocupes, eso no pasará —terminó diciendo, con una forzada sonrisa.
—Por cierto, hablando de el Hielo —añadió Daruu, y su rostro dibujó un mohín resentido, inflando los mofletes—. ¡No ha venido a verme en el hospital desde que ingresé! ¡Se supone que es mi sensei! ¿Dónde está?
—Cuando vine todavía estabas durmiendo —intervino una voz que ambos conocían muy bien desde la puerta. Kōri ingresó en la habitación, igual de calmado e inexpresivo que siempre—. Después de eso una misión me mantuvo ocupado. Y al parecer alguien decidió aprovechar mi ausencia para quitarme algo que también tuve que buscar —culminó, mirando a Ayame por el rabillo del ojo, que esbozó un ligero mohín—. Vamos, Daruu-kun, ¿de verdad crees que me olvidaría de ti?
El Hielo se había acercado a la cama y estiró el brazo hasta dejar una pequeña bolsa de papel sobre la mesita. El olor a pizza recién horneada inundó rápidamente la habitación.