21/04/2018, 20:28
Tras cavilar la cueva sigilosamente y lograr ocultar la presencia de ambos tras dos rocas de hielo, Kaido y Daruu contemplaron cara a cara la comprometedora conversación de los señalados. Eran tres, que intercambian información entre ellos con la animosidad del que se sabe vencedor. Kaido frunció el ceño, y oyó con atención.
—¡Sí, tío! El plan está funcionando.
—Pero hasta ahora sólo hemos robado comida... No puedo esperar el momento de dar el golpe de verdad, desvalijar la ciudad y largarnos de allí más ricos que un magnate!
—Calma, calma. Ya sabes, cuando organicen la batida, la mitad de las fuerzas armadas estarán fuera de la ciudad. Entonces, la asaltaremos.
De pronto, todo cobró sentido. A fin de cuentas se habían equivocado al pensar que se podía tratar de una opción o de otra, y no contemplar que, en efecto, se trataba de las dos. Que Hibagon realmente había ido a buscarles y que también, al mismo tiempo, un grupo de maleantes aprovechaba la situación para cometer sus fechorías. La reunión del ayuntamiento no era sino una oportunidad perfecta para dar el golpe final, cuando la guardia de Yukio se encontrase protegiendo el sitio en el que se discutiría la situación, y el resto del pueblo yaciera vulnerable.
Era un plan casi perfecto.
Ellos dos, Daruu y Kaido, eran ese casi.
—Bueno, ya que os he pillado con las manos en la masa —dijo, abandonando la seguridad de la roca que le cubría. Improvisando, víctima de la impulsividad que coordinaban sus acciones. Podría hasta decirse que estaba inmolándose, esperando evitar la posibilidad de que Hibagon llegase en cualquier momento y los ladrones pudieran verle—. y que yo también tengo mi propio disfraz —avanzó con las manos por delante, con una sonrisa nerviosa en el rostro—. me gustaría atracar Yukio con vosotros. ¿Qué dicen? seguro que no os importará compartir un mínimo porcentaje con uno más, ¿verdad?
—¡Sí, tío! El plan está funcionando.
—Pero hasta ahora sólo hemos robado comida... No puedo esperar el momento de dar el golpe de verdad, desvalijar la ciudad y largarnos de allí más ricos que un magnate!
—Calma, calma. Ya sabes, cuando organicen la batida, la mitad de las fuerzas armadas estarán fuera de la ciudad. Entonces, la asaltaremos.
De pronto, todo cobró sentido. A fin de cuentas se habían equivocado al pensar que se podía tratar de una opción o de otra, y no contemplar que, en efecto, se trataba de las dos. Que Hibagon realmente había ido a buscarles y que también, al mismo tiempo, un grupo de maleantes aprovechaba la situación para cometer sus fechorías. La reunión del ayuntamiento no era sino una oportunidad perfecta para dar el golpe final, cuando la guardia de Yukio se encontrase protegiendo el sitio en el que se discutiría la situación, y el resto del pueblo yaciera vulnerable.
Era un plan casi perfecto.
Ellos dos, Daruu y Kaido, eran ese casi.
—Bueno, ya que os he pillado con las manos en la masa —dijo, abandonando la seguridad de la roca que le cubría. Improvisando, víctima de la impulsividad que coordinaban sus acciones. Podría hasta decirse que estaba inmolándose, esperando evitar la posibilidad de que Hibagon llegase en cualquier momento y los ladrones pudieran verle—. y que yo también tengo mi propio disfraz —avanzó con las manos por delante, con una sonrisa nerviosa en el rostro—. me gustaría atracar Yukio con vosotros. ¿Qué dicen? seguro que no os importará compartir un mínimo porcentaje con uno más, ¿verdad?